Llevaba semanas pensando si escribir o no sobre el Título 42, el que tiene cerrada la frontera de Estados Unidos con México en nombre y defensa de la “salud pública”, de acuerdo a la Oficina de Aduanas y Protección de Fronteras (CBP por sus siglas en inglés), desde el inicio de la pandemia. Desde mi perspectiva esto se entiende como la sustitución de una política antiimigrante matizada, que inició Trump y sigue vigente con Biden, la cual da cuenta de las siguientes situaciones:
Aumento en el número de personas detenidas en la frontera (27,000 en julio);
Aumento en el número de personas deportadas, expulsadas, a México (103,014 en junio, entre octubre 2020 y junio 2021 se registraron 751,844 expulsiones);
Las personas solicitantes de asilo se quedan sin derecho a audiencia ante el juez de inmigración;
Largos periodos de detención (de 1,700 en abril a 3,400 a finales de julio);
Cambio en la detención de migrantes, recae nuevamente en la patrulla fronteriza y ya no en ICE;
Biden incumple promesas de campaña que consistieron en “poner fin a la detención prolongada y el internamiento de inmigrantes en prisiones privadas”.
Si había esperanzas en que la política migratoria fuera distinta con la llegada de Biden-Harris al gobierno de Estados Unidos, es cada vez más evidente que incluso a pesar de las visitas que ha realizado la vicepresidenta Kamala Harris a Centroamérica y México para acordar soluciones que eviten la migración en la región; acciones como la perpetuidad del Título 42 contraviene su política migratoria y fronteriza. El gobierno mexicano, a su vez, tampoco hace nada para contravenir dicha política y termina aceptando las devoluciones, expulsiones, de personas solicitantes de asilo, migrantes, que se van quedando en las fronteras con miras a cruzar de manera irregular, con los problemas en diferentes niveles (crimen organizado, secuestros, trafico de personas, explotación, violación) a los que se enfrentan cuando se encuentran en situación de limbo administrativo en los diferentes cruces fronterizos que existen en el norte de México desde Reynosa hasta Tijuana.
Y, si considerábamos que las relaciones entre Estados Unidos y México podrían a llegar a ser mejores con este gobierno, o que por lo menos la intención de Biden de reactivar su economía vía aumento en infraestructura (política que evidentemente es beneficiosa para la economía mexicana en por lo menos dos niveles: exportaciones y remesas), con lo que estamos observando en Afganistán (la salida de las tropas estadounidenses y la llegada de los talibanes), resulta cada vez más ilusorio ese escenario y el peor momento para echar a andar una política migratoria compartida entre ambos países distinta a la que estamos observando en estos momentos; en donde evidentemente se benefician ambos gobiernos porque es una política de bajo costo que deja desprotegida a la población como una práctica de invisibilizarla y dejarla ” a su suerte” en el limbo administrativo que se crea de común acuerdo.
Hablar de Afganistán en este momento implicaría revolver mucho las aguas en este texto, pero la complejidad de lo que implica este nuevo cambio en el orden mundial no es casual y debemos estar atentas al acontecimiento por venir.
Pero en una frontera sin frente ni confrontación, una frontera contra la cual la incomprensión no choca de frente, pues ella no tiene la forma de un frente sólido: ella se escapa, permanece evasiva, abierta, indecisa, indeterminable. De ahí la inapropiabilidad, la imprevisibilidad, la sorpresa absoluta, la incomprensión, el riesgo de engañarse, la novedad inaceptable, la singularidad pura, la ausencia de horizonte. Si aceptamos esta definición mínima, aunque doble paradójica, de acontecimiento, ¿podríamos afirmar que el “11 de septiembre” constituyó un “acontecimiento” sin precedentes? ¿Un acontecimiento imprevisible? ¿Un acontecimiento totalmente singular?
Jacques Derrida (en Borradori, La filosofía en una época de terror)
Ayer 8 de junio estuvo Kamala Harris, vicepresidenta del gobierno de Estados Unidos, en México. Si bien es cierto que su visita ya estaba programada previo a la contienda electoral de este pasado 6 de junio, el resultado era bastante incierto, las tendencias se inclinaban a que MORENA, el partido del presidente López Obrador, podría mantener la mayoría en las Cámaras, así como en varios estados, municipios, incluso alcaldías de la CDMX. El resultado no fue el esperado y la coalición tipo Frankestein conformada por partidos tan disímiles como PAN-PRI-PRD ganó bastantes y decisivos escaños, lo que más allá de restarle fuerza al movimiento encabezado por AMLO, lo obliga a matizar sus cabildeos para lograr los proyectos que le faltan por impulsar-concluir en esta supuesta 4T.
La visita de Harris, en este sentido, también hace posible que AMLO se siente a dialogar y a firmar el Memorándum de Entendimiento entre Estados Unidos y México de cooperación en la región, en otros términos de la reunión que mantuvieron virtualmente hace algunas semanas e incluso de forma bien distinta a la relación que mantenía con el expresidente Trump, que abarca aspectos como:
Cooperación y colaboración económica bilateral;
Reducir los homicidios y las muertes relacionadas con las drogas a ambos lados de la frontera y contrarrestar las fuerzas ilícitas que los impulsan;
Inversión de 130 millones de dólares en México para financiar que apoyen a los y las trabajadoras.
Trabajar en conjunto para fomentar el desarrollo agrícola y programas de empoderamiento de los jóvenes en El Salvador, Honduras y Guatemala;
Atraer inversión al sur de México;
Colaboración para resolver casos de desaparición en México.
Si bien es cierto que la firma de este Memorándum da cuenta de la voluntad política de Harris para resolver los problemas de fondo en Guatemala, Honduras y El Salvador, los varios y sistémicos desafíos en la región, no solo es la violencia a la que se enfrenta la población, el desempleo o falta de oportunidades para tener una vida digna, sino también la corrupción de los gobernantes (presentes y pasados) que se han enriquecido ilícitamente en mucho debido al extractivismo trasnacional que impera en el mundo y que obviamente beneficia a unos cuantos, entre otros temas que se deben abordar desde otras aristas como el crimen organizado, el narcotráfico, el endeble tejido social, la ausencia de un estado de derecho en la región, el poco o nulo acceso a los derechos sociales; hacen poco realizable un proyecto de tan envergadura que además es urgente llevar a cabo, no para frenar la migración irregular en los términos en los que estamos acostumbradas a analizar, especialmente a partir de las caravanas migrantes de 2018-2019, sino considerando lo que implica para las sociedades pospandemia el poder reconstruirse socioeconómica y políticamente hablando.
Ahora bien, podría estar de acuerdo y aplaudir la reunión y los acuerdos a los que llegaron Harris y AMLO sin titubear, pero ese no es mi trabajo, especialmente cuando llevo varios años estudiando el fenómeno. ¿Qué gana Harris al visitar México después de la jornada electoral? Tiempo, en primer lugar. En segundo lugar, y no menor, hacer llegar un mensaje unilateral de cómo se va a combatir la migración irregular en la región, que hizo patente en su visita a Guatemala, donde el mensaje fue más enfático que en México, afirmando “I want to be clear to folks in this region who are thinking about making that dangerous trek to the United States-Mexico border: Do not come. Do not come.”
“I want to be clear to folks in this region who are thinking about making that dangerous trek to the United States-Mexico border: Do not come. Do not come.”
— VP Kamala Harris during news conference with Guatemalan president Alejandro Giammattei pic.twitter.com/dYNwu7STbS
En tercer lugar, especialmente con un AMLO levemente debilitado después de las elecciones, un diálogo bilateral de cómo los estadounidenses entienden el ganar-ganar, que obviamente también beneficia los megaproyectos macroeconómicos de López Obrador, como el Tren Maya y Sembrando Vida. Este ganar-ganar evidentemente se traduce en la misma política migratoria y fronteriza que hasta la fecha se ha llevado a cabo que incluye la externalización del control migratorio al sur de México en un movimiento que ya he analizado en otros lados que implica la implosión de la política fronteriza y la internalización de la frontera hasta el Istmo de Tehuantepec, que denomino frontera interregional.
Frontera interregional: reterritorializar la integración centroamericana*
Esta categoría de frontera interregional la desarrollo una vez que el actual gobierno mexicano decide en 2019 internalizar el un “cuello de botella” del fenómeno migratorio (en tránsito) en el Istmo de Tehuantepec, Oaxaca. Previo a ello, con el Programa Frontera Sur (2014), ya se había desplazado del norte de México a Tapachula, Chiapas, y Tenosoquie, Tabasco. Y es con la llegada y cruce de las caravanas migrantes de 2018-2019, y con base en los acuerdos entre Estados Unidos y México para evitar que las personas migrantes continentales y transcontinentales lleguen a Estados Unidos, que se decide internalizar el control migratorio con el supuesto de “regularizar” la situación de las personas en tránsito.
La forma de regularizar a las personas migrantes y solicitantes de refugio encuentra eco y apoyo en la CEPAL, mediante el documento denominado Plan de Desarrollo Integral El Salvador-Guatemala-Honduras-México. El documento es interesante y multifactorial, sin duda una agenda de política internacional para la región que concluye con 30 recomendaciones en apego a los cuatro objetivos generales del Plan: desarrollo económico, bienestar social, sostenibilidad, gestión integral.
Y es también una réplica de lo que se está haciendo en la Unión Europea en época de Covid-19: regularizar mano de obra migrante para salir de la recesión y la crisis económica lo más pronto posible. En México y Centroamérica serviría para disminuir la pobreza en la región y para evitar la migración hacia Estados Unidos.
Este programa da cuenta de una buena intención, pero quedan varias interrogantes por resolver: ¿Porqué decidió esta ruta el actual presidente de México? ¿Es una política velada de intervención en Centroamérica? ¿De dónde vendrá la inversión? ¿Como se elegirá a quienes se puedan quedar en territorio mexicano? O, como en Europa, ¿la “inversión” en fronteras es la opción para lograr una migración cero apegada a la agenda 2030?
En México, especialmente en el norte, no es ninguna novedad aludir a la metodología o al Plan de la CEPAL, como tal, pues ya existe una relación de cadenas de valor con la incorporación de la maquila a los procesos productivos de la región desde los años sesenta del siglo pasado (un tema que ya trabajé en su momento y daré cuenta de ello brevemente en el siguiente capítulo). Lo que es novedoso y por lo tanto implica un alto riesgo del desbordamiento de la ausencia del estado de derecho es justamente el impacto de una propuesta de desarrollo económico y social en una región tan desigual, precarizada y explotada precisamente por intereses transnacionales que tienen puestos los ojos en los recursos naturales tan vastos que podemos encontrar en Centroamérica y en el sur de México. De ahí la pertinencia de diseñar la categoría de frontera interregional desde la ontología social y la ontología política, pues este análisis también da cuenta justamente de aquello que algunos filósofos han evidenciado en otros momentos y en otras regiones con respecto a la “territorrialización y desterritorializacion del ciudadano”.
Independientemente de que en los términos macroeconómicos y la inversión que el gobierno estadounidense va a realizar en México y en Guatemal principalmente, lo que no podemos perder de vista es justamente cómo se va a llevar a cabo la reterritorialización de la condición de refugio en México y la desterritorialización de la migración.
La apuesta de política migratoria actual es una aporía a todas luces, mientras le apuesta a la categoría de la frontera de la securitización para cumplir con los compromisos con Estados Unidos de evitar (impedir) la llegada de personas migrantes y solicitantes de asilo a su frontera sur, la frontera interregional es una categoría que requiere la integración, el intercambio, la movilidad, pero no de personas, sino de un sector industrial y comercial particular y para ello es necesario realizar un registro ordenado de las personas migrantes y solicitantes de refugio que intenten ingresar al país (muy al estilo de lo que hizo Angela Merkel en 2015 con la mal llamada crisis de los refugiados sirios).
Veremos si en estos tres años de gobierno que le quedan a AMLO y a Harris se logran los anhelados proyectos por y en beneficio de todas.
*Fragmentos del libro Roxana Rodríguez Ortiz (2020). Migración Cero. Reterriorializar la condición de refugio en México.
Observo con agrado que distintos grupos de investigación de las universidades en la Ciudad de México por lo menos, todavía creo que faltan algunos años para que esta influencia tardía, también hay que decirlo, de los Critical Legal Studies, permee la actividad académica en el resto del país, dedicados a estudios fronterizos o estudios migratorios están modificando su perspectiva de análisis, pasando de lo meramente sociológico, demográfico, antropológico, a integrar en sus metodologías la teoría literaria, los estudios culturales, la autoetnografía, de la mano de apuestas epistemológicas que incluyen lo que algunos autores han denominado el giro ontológico, la estética, la ética y obviamente el derecho y la política.
Desde mi perspectiva los Critical Studies son una vertiente epistemológica que deviene de la deconstrucción y del trabajo en particular que hace Jacques Derrida en tres niveles que mencionaré sintéticamente: 1) El estilo de escritura que transita entre lo literario-poético-filosófico-político-autobiográfico (que también hay que decir ha sido muy cuestionado, principalmente por los filósofos análticos) y abre la puerta a esa noción de la différance (lo que difiere, la diferencia) en la escritura académica mediante la recuperación de las figuras retóricas, especialmente la metáfora, la metonimia, la elipsis. 2) Evidentemente la práctica de la deconstrucción como una experiencia de lo imposible, que toma forma en la aporía: “En general, la deconstrucción se practica con arreglo a dos estilos injertados uno en el otro por aquélla. Uno tiene el aire demostrativo y aparentemente no-histórico de las paradojas lógico-formales. El otro, más histórico o amnésico, parece proceder mediante lecturas de textos, interpretaciones minuciosas y genealogías” (Derrida, 2010: 49). 3) La diseminación que deja “fuera del texto” la axiomatización binómica existente en la cultura occidental: “La diseminación abre, sin fin, esta ruptura de la escritura que ya no se deja recoser, el lugar en que ni el sentido, aunque fuese plural, ni ninguna forma de presencia sujeta ya la huella (Derrida, 1997: 41).
Existen otros elementos biográficos que no se deben dejar pasar para comprender la influencia que tuvo Derrida especialmente en las y los pensadores que inauguran los Critical Legal Studies en Estados Unidos y su posterior influencia en los Critical Border Studies en Europa. El primero se relaciona con su origen argelino-francés-judío (circunstancia que lo posiciona inadecuadamente, desde mi perspectiva, como un estudioso decolonial; lo mismo que la pretensión de abarcabilidad que se le intenta dar a los Critical Border Studies en el terreno poscolonial). El segundo, y el más evidente, es la influencia que tuvo Derrida en los departamentos de filosofía y literatura en Estados Unidos durante sus estancias en universidades como Irvine, California, donde se encuentra uno de los archivos más importante de su obra:
“Es por lo que aún sin conocerlos bien desde el interior –de lo que me siento culpable– y sin pretender estar familiarizados con ellos, considero que los desarrollos de los Critical Legal Studies o de trabajos como los de Stanley Fish, Barbara Herrstein-Smith, Drucilla Cornell, Samuel Weber y otros, que se sitúan en la articulación entre literatura, filosofía, derecho, y los problemas político-institucionales, se encuentran hoy, desde el punto de vista de cierta deconstrucción, entre los más fecundos y más necesarios.
Derrida, 2010: 22
Derrida está siendo muy generoso en la afirmación “y sin pretender estar familiarizado con ellos” porque es precisamente en el libro Fuerza de ley. El “fundamento místico de la autoridad” (2010) donde considero despliega el conocimiento y la influencia que tiene su pensamiento y la deconstrucción en los Critical Legal Studies: “En la estructura que describo de esta manera, el derecho es esencialmente desconstruible, ya sea porque está fundado, construido sobre capas textuales, interpretables, transformables (y esto en la historia del derecho, nla posible y necesaria transformación, o en ocasiones la mejora del derecho), ya sea porque su último fundamento por definición no está fundado” (35).
Critical Border Studies
Ahora bien, una vez presentada este intentento de contexto, de introducción, de prefacio, de antesala ¿qué son los Critical Border Studies?, ¿en qué consisten?, ¿qué analizan?, ¿cuál es su metodología?, ¿tienen una metodología?, ¿dónde surgen? y ¿en qué se diferencian de los Border Studies?
Ubico el nombre de los Critical Border Studies en las universidades europeas, pertenecientes principalmente al norte de Europa y en particular a los países que conforman la península Escandinava (incluyendo Finlandia). Considero que esta vertiente de los Critical Studies es reciente, quizá una década cuando más, aunque el trabajo de análisis y perspectiva de los Border Studies del presente siglo más inmediato es sin duda el que ha realizado Michel Foucher.
Me atrevo a afirmar que el desarrollo de los Border Studies y los Critical Border Studies se da en esta zona en parte porque desde 2002 llevo haciendo Estudios Críticos de Fronteras (mi primer libro Alegoría de la frontera México-Estados Unidos. Análisis comparativo de dos literaturas colindantes publicado en 2013 da cuenta de ello), desconociendo que años después se les llamaría de esa forma, lo cual me ha permitido seguir muy de cerca cómo se han movido las escuelas dedicadas a estudiar los fenómenos fronterizos en el resto del mundo; aunado a que tuve la fortuna de estudiar Teoría de la Literatura y Literatura Comparada en la Universidad Autónoma de Barcelona en la época en la que Derrida estaba fuertemente presente (y todavía vio) en los planes y programas del doctorado.
As I started studying the limits, frames and boundaries between Northern Mexican literature and Chicano literature, I realized that border studies was not only research about space or geopolitical frontiers or the re-significance of the other and the difference. The study of borders is also the study of ontology and the metaphor of the political philosophical event. In this sense, over the last few years, I have been developing the Epistemological Model of Boundaries (Rodríguez, 2014a), which consists of the deconstruction of the conceptual and spatial mapping of the classical border corpus considering specific cases of frontier zones (a border region and a crossborder region) such as the European Union-Africa, Europe-Middle East, Palestine-Israel, Morocco-Spain, Morocco-Algeria, as well as United States-Mexico-Central America ( Rodríguez, 2016 ).
Existen además proyectos de investigación que dan cuenta de ello, pongo aquí las direcciones de sus páginas de internet, incluyendo la del grupo de investigación que fundé en 2010:
Así como varios autores y libros que se han publicado recientemente en dónde podemos encontrar la riqueza de análisis de eso que hasta finales del siglo XX era un simple límite territorial que servía para dividir estados-nación. Lo rápido que han crecido los análisis hipertextualizados e intertextuales en los Critical Border Studies hacen posible lecturas disímiles de eso que en español entendemos genéricamente como fronteras y que en otras lenguas tiene una juego más sutil y que es importante considerar en las traducciones ontológicas de la frontera en sí. Me gustaría cerrar con la cita de uno de los autores quizá más conocidos en este ámbito:
In order to understand why we b / order ourselves and others in a regular democracy, and thereby define who we desire to be, it is crucially important to understand where we are, where we stand before the Law. The border is not a beginning, nor an end, but a continuous introspective question.