Ayer preguntaba quién se beneficiaba con el berrinche de Erdogan, un día después tenemos la respuesta, la Unión Europea, el parlamento europeo. Hace unas horas acaban de presentar una nueva propuesta de política migratoria que como se observar en los gráficos pretende, entre otras cosas, otorgar un mejor trato a los refugiados sirios, afganos, iraquíes, que abandonan sus lugares de origen por motivos de guerra, y a quienes se les habían negado no solo las posibilidades de recibir asilo en Europa, sino también las certezas de ser escuchados fuera del territorio turco.
Esta nueva propuesta parece ser que va más allá de la política de externalización de fronteras, aunque en realidad es una versión matizada de la misma, pues ahora involucra a otros actores, otros países del norte de Africa, no solo a los de la Liga Árabe, lo que permite, como se dice coloquialmente, “matar dos pájaros de un tiro”: quitarle a Erdogan el control sobre la conducción de las fronteras fuera del espacio Schengen; y hacer corresponsables a los estados de Medio Oriente de las guerras civiles de la región que orillan a sus ciudadanos a pedir asilo en Europa, así como a los países africanos de las condiciones económicas que orillan a sus conciudadanos a migrar a Europa.
El “Nuevo Marco de Asociación en Materia de Migración: una cooperación reforzada con terceros países para gestionar mejor la migración”, como aparece en el comunicado de prensa, pretende:
establecer asociaciones a medida con los principales terceros países de origen y de tránsito, empleando para ello todas las políticas e instrumentos de que dispone a fin de obtener resultados concretos.
Para ello, este nuevo marco estará sustentado en una serie de “pactos”, “que se desarrollarán conforme a la situación y a las necesidades de cada país socio, según se trate de un país de origen, un país de tránsito, o de un país que acoge a un gran número de personas desplazadas”.
Sin duda este nueva forma de redireccionar la política migratoria y las política de asilo puede ser que funcione a largo plazo, pero no resuelve en lo inmediato la situación en la que se encuentran miles de refugiados, ya sea en el interior del espacio Schengen o en los campos de refugiados turcos, como tampoco resuelve el centenar de muertes de la última semana en las costas libias.
Aunado a esta propuesta, falta revisar el Reglamento Dublin, específicamente el artículo 13, el que se refiere a la entrada o estadía en la Unión Europea de los solicitantes de asilo. De igual forma, es necesario repensar la política de externalización de fronteras que seguirá presente en el imaginario colectivo de varios gobiernos. Finalmente, es necesario reabrir las fronteras internas que ciertos países de la Unión Europea han cerrado para impedir el transito de personas desplazadas. Así como proponer políticas culturales que combatan el racismo y la xenofobia al interior de Europa.
Si realmente se quiere hacer un cambio “global”, como afirma Ferderica Moherini, Alta Representante y vicepresidenta de la Comisión Europea, es necesario proponer un combo completo, de otra forma se estará parchando un hueco administrativo y ensanchando un hoyo legal.