Por Victor M. Aguirre Valencia*
En el país existe un límite de territorio impuesto que determinan el principio y fin del territorio mexicano, en los estados incluso existe una extensión territorial determinada en el espacio donde todos los individuos adquirimos “derechos” y “obligaciones”.
Uno de los derechos que se adquiere es el de la libertad de tránsito, me parece relevante mencionar que la libertad está sujeta principalmente al movimiento: el tránsito por el país no es una libertad para todas las personas. El control de territorio que se tiene apunta a hacer valer la protección ante cualquier amenaza, ya sea interna o externa , sus políticas buscan el orden social, dicho orden empieza desde las fronteras.
En todo el mundo se podría estar, pero existe una condición llamada economía que es una forma de dominio que ya se aceptó en el mundo, para poder salir del país tengo que pagar una visa y un pasaporte, cabe resaltar que fuera de mi nación nada me garantiza la seguridad de mi persona y dentro de ella tampoco.
Cuando los estadounidenses quisieron amurallar su país, formaron una división que restringe el derecho humano que se tiene sobre transitar libremente, si se intentan retirar los muros que nos imponen sin duda sería una forma de revelación pues en ocasiones buscan excluir las formas de gobernanza de otros países, creen ser dueños del derecho al realizar operaciones secretas en las que ellos brincan sus propios muros para intervenir en los asuntos internos de otros territorios y principalmente de México.
El hecho es que fuera de la nacionalidad de un individuo, los gobernantes de los países vecinos siempre proponen un supuesto orden social dedicado a resguardar la seguridad del mundo. Es un hecho que no se puede confiar en su totalidad de las políticas propuestas por gobernantes externos debido a que creen tener el dominio total de las líneas divisorias que existen en toda la geografía mundial, justificados por su ignorancia, siempre han intentado discriminar cualquier forma de dirigir o guiar un Estado.
En la tierra, el espacio y el mar se aplican políticas en las que se exhibe el dominio liminal a través del poder que dicta las posibilidades que los ciudadanos y habitantes inconsciente o conscientemente aceptan desde su propia existencia. Ante una frontera no se debe mostrar temor y tampoco ante la posibilidad de cruzarla ya que el temor viene de las acciones que generan sus políticas, tienen repulsión hacia los migrantes, pues pretendieron lindar un muro que agrupa a su nación y a los individuos por jerarquías, esto ya es una forma de dominio que representa una limitante que no permite viajar a otros horizontes, de ahí surge la necesidad de brincar muros, la necesidad de no sentirse dominado.
Los estadounidenses han tratado de romper por siglos la demarcación de nuestro territorio, han tratado de extraer sus propiedades naturales como lo han hecho con otros países. En la frontera con Estados Unidos se ubican distintas camionetas que patrullan el límite, al otro lado en la frontera mexicana decenas de migrantes esperan con fe cruzar las fronteras, son conscientes de haber escapado del horror de su país y de aquellos tiranos malvados que no resguardan sus ciudadanos para la creación de nuevas sociedades.
La libertad que cada ser tiene en su territorio de nacionalidad es otro nivel de libertad distinto a la que se otorga por otra identidad social, desde el momento en el que se aplique una política a favor de los derechos de un migrante se podrá hacer el cuestionamiento de su estancia y entrada a otro país. En México se implementó una política de ayuda para migrantes refugiados, no todos los países implementan estas políticas de apoyo a los migrantes, pero es al igual una forma de control impuesta por el hombre.
Los límites de las fronteras para mí son tierra de nadie, porque en esa división fronteriza surge el inicio de “las patrias” y en esa misma división podría terminarse, en cualquier momento podría surgir un conflicto de guerra por la lucha del territorio como el que actualmente se vive al otro lado del mundo.

El dominio y poder que se ha aplicado en los estados del país forma fronteras estatales, algunas de ellas controladas por pistoleros ajenos al ejército, policía, marina o cualquier institución que contemple o resguarde a los habitantes de la nación.
No se puede seguir complaciendo la tiranía del estado por un puñado de oro, cuando lo que vale es la tierra que nos fue entregada por nuestros viejos ancestros.
Las tierras no se reparten a cada individuo pobre, como corresponde o se menciona en la constitución, se entrega solamente a ciertos miembros que adquieren la tierra por medio de un pago o un contrato, podría considerarse como un problema de epistemicidio, porque la razón es cegada por el dominio que se adquiere sobre el poder de la tierra, en cualquier momento sería fácil para alguien cruzar la línea establecida como límite de un territorio, quizás no sería fácil cruzar, pero se sabe que detrás de una pared se puede encontrar un horizonte y la tierra lo es.
Yo pienso que se necesita de la voluntad misma para deshacerse de esa dominación, no considero un acto de rebeldía o vandalismo saltar una barda, la barda en sí representa un límite, tampoco puedo considerar el acto de criminalidad como un hecho en la hoja de deportación de un migrante que intenta cruzar.
El migrante afirma que quiere construir un mejor futuro fuera de su origen, porque en el origen de su nación puede haber un dominio que arrincona a los individuos a trasladarse de un lugar a otro o bien puede que la economía del país no sea muy buena, pero en realidad todo depende de la autoridad máxima de los dominantes del Estado y sus habitantes; por ello, propongo que las huellas táctiles que se toman al deportar cada migrante sean la huella de la inconsciencia de sus dominantes.
*Victor M. Aguirre Valencia es estudiante de la Licenciatura en Filosofía e Historia de las Ideas en la UACM-SLT. “La frontera como forma de dominio” es el ensayo escrito para certificar el curso Filosofía Política, impartido por Roxana Rodríguez Ortiz, semestre 2023-1.