Sanar y des-fronterizar: dos actos políticos en las narrativas [de] fronteras y en los límites [de] las narrativas

 Por: Sonny Mariel Sandoval Hernández1 

Sonny Sandoval: ¿Qué fronteras que no sean territoriales, marítimas, aéreas ni globales te faltan por narrar o expresar en una crónica, es decir, atrapar en el tiempo? 

Andrea Padilla: Queda por narrar las fronteras que se tengan que seguir cruzando.
 
Sonny Sandoval: Has cruzado distintas fronteras que te dejan un resto en tu ánimo, espíritu y escritura: ¿Qué es lo que resta en sí una vez que cruzas una o muchas fronteras? 

Roxana Rodríguez: En el ánimo resta que existan más fronteras.

 
Sanar las Narrativas de Fronteras 

Venir sin paso y hacer del viaje un resto son dos posibilidades desde las cuales el ser de frontera puede narrar los cruces que hace de un lado a otro, pero ¿por qué motivo deben sanarse las narrativas fronterizas? ¿cuál es la enfermedad de dichas narrativas y cuáles son sus síntomas? Desde el fluir e intercambio de experiencias entre Roxana Rodríguez y Andrea Padilla, colectivamente pudimos comprender que el ser de frontera entra en estados de vulnerabilidad mientras cruza al otro lado, permanece en el otro lado y regresa a su propio lado y/o lugar. 

La vulnerabilidad es un estado del que muchas veces no nos permitimos que sea expuesta, ¿por qué no nos permitimos dejar abierta nuestra vulnerabilidad? Los espacios de enunciación, por ejemplo, como la escuela o el hogar tienden a ser, según sean los contextos, cada día más herméticos y lógicos. Personalmente estando en el hogar recuerdo la frase de dominio “usa tu sentido común, no piensas”, desde ahí hay dos caminos a elegir. En el primer camino, puede que se opte por intentar demostrar que uno (a los ojos del dominio) sí puede pensar aunque por dentro nos embargue un miedo constante de fallar y permanecer en el error. En el segundo camino, se puede optar por dejar abierta la vulnerabilidad de ser “alguien que no piensa” y, al dejarla expuesta se cuestiona no si se es o no una persona no-pensante, sino más bien, se cuestiona a quienes afectan nuestra integridad y ejercen (sobre de uno) el poder de insultar y etiquetar de modo despectivo nuestra persona.

En un entorno académico la situación es similar, pues desde las experiencias de Rodríguez y Padilla hay diálogos que se pintan de ser horizontales, pero en el fondo son diálogos jerárquicos que imposibilitan no sólo la construcción del conocimiento, sino el fluir de los saberes compartidos.   

Venir sin paso y hacer del viaje un resto son dos posibilidades desde las cuales el ser de frontera puede narrar los cruces que hace de un lado a otro, pero también son dos posibilidades de sanar las narrativas fronterizas. De esta manera, desde El resto del viaje: Crónicas Fronterizas y Venida sin paso: Narrativas fronterizas desde nuestra América, Rodríguez y Padilla se permitieron dejar abierta su vulnerabilidad y sanar sus propias narrativas fronterizas junto a su ser de frontera.

¿De qué enfermedades sanaron sus narrativas fronterizas? En la academia el quehacer de la investigación y los procesos de escritura también convergen en un estado hermético debido a que no se permite escribir desde la experiencia, al tiempo que se inhibe la creatividad; es por ello que desde la palabra de Padilla, la intención de su texto “Weird female” (en el marco del Seminario Permanente de Estudios Fronterizos Comparados) radica en narrar su propia experiencia como un ser de frontera que por vez primera cruzó la frontera México-Estados Unidos. Así mismo, cabe decir que desde la palabra de Rodríguez, se vislumbra que el ejercicio en Venida sin paso, buscó colectivamente sanar lo que la frontera les hizo a cada una de las participantes y el participante.

Des-fronterizar los límites de las narrativas

Sanar las narrativas [de] frontera y des-fronterizar los límites [de] las narrativas son, a mi parecer, dos actos políticos que no pueden hacerse por separado, en ese sentido, mientras se sanan las narrativas personales y colectivas, también se están des-fronterizando los límites de la narrativas. 

Ejemplo de una des-fronterización de los límites de las narrativas es el propio Seminario Permanente de Estudios Fronterizos que si bien es un espacio académico, de investigación y de estudio, también es un espacio de incidencia que permite, en los términos de Rodríguez, abrir y desplegar una hospitalidad del conocimiento. En este punto, es entonces que se des-fronterizan los límites no sólo del aula como un espacio de “vaciado de información”, sino que se des-fronterizan los límites de las propias personas que narran, que buscan auto-narrar-se y que buscan narrar al otro u lo otro desde su propia co-responsabilidad y sensibilidad ética.

La des-fronterización de los límites de las narrativas, también está atravesada por tomar distancia de aquellos ejercicios dogmatizados de escritura que por ejemplo dictan lo que distingue un buen texto filosófico de otros textos que no lo son según el dogma.

En suma, sanar las narrativas de fronteras y des-fronterizar los límites de las narrativas son actos políticos, pero también propuestas metodológicas, epistemológicas y de escritura creativa que hacen uso de la crónica; el relato; el retorno; la memoria autoetnográfica; la ficción o la espacialidad para narrar la propia historia y dejar abierta la propia vulnerabilidad en vías de generar saberes compartidos, sanar colectivamente y, por si fuera poco, darle voz al ser frontera que muchas veces se la estudia desde un análisis antropocéntrico, al tiempo que se le pone una intencionalidad en función de ciertos intereses como, por ejemplo, decir que el ser frontera está hecho para resguardar la soberanía del pueblo y de su territorio lejos de las personas migrantes que bajo la condición de indocumentados se criminalizan señalándolos de delincuentes o narcos.

De este modo, el ser de frontera (a su retorno) sana su narrativa de frontera y des-fronteriza los límites de las narrativas que están herméticamente situadas, localizadas y bordeadas con la intención y el afecto de no sólo auto-sanarse personal y colectivamente, sino sanar a ese ser frontera que cada día permanece en su posibilidad de existencia no como un instrumento para que un cuerpo de dominio y poder cierre el paso, sino que el ser frontera permanece por su derecho natural y potencia de existir.



 


  1. Sonny Mariel Sandoval Hernández es estudiante de la Licenciatura en Filosofía e Historia de las Ideas y Licenciada en Arte y Patrimonio Cultural por la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. ↩︎