Nunca es correcto decir “se los dije”, pero se los dije. Desde 2013 que empecé a colaborar con la sociedad civil, con quienes aprendí de la incidencia política en temas de migración, insistí en la necesidad de pensar en política fronteriza. Sin embargo, hace más de diez años la defensa a ultranza de la migración como derecho estaba en boga, por lo que pensar en las fronteras desde una perspectiva de seguridad nacional resultaba absurdo para muchos y así me lo hicieron saber en diferentes momentos.
En el mundo se impuso la narrativa de la defensa de los derechos humanos de las personas migrantes y esa misma narrativa propició que la ONU y otras agencias financiaran proyectos asistencialistas en países como México para atender a las personas en tránsito. Definitivamente era otra época en términos de la economía mundial y del derecho internacional: los gobiernos favorecían el outsourcing para la atención migratoria, existía más y mejor organización entre gobierno, academia y sociedad civil y el crimen organizado tenía menos control de las rutas migratorias.
Hace más de diez años se vivían épocas de bonanza gracias a la migración irregular que cruzaba por México: la sociedad civil bajaba dinero para financiar albergues, elaborar informes; la academia financiaba investigaciones sobre estudios migratorios a costa de los testimonios de las personas migrantes; el gobierno mexicano (en ese entonces estaba el PAN y después el PRI, en el poder) se levantaba el cuello en su relación con Estados Unidos con programas de contención migratoria y externalización del control fronterizo en el sur de México como el Plan Puebla-Panamá o el Plan Frontera Sur, pero casi nadie pensaba que era buena idea transitar hacia la política fronteriza y no quedarse solamente con la política migrantoria. Quizá durante diez años fui la única voz que insistí y seguí insistiendo, incluso en 2018 durante las mesas de transición que organizó Solalinde, en la necesidad de proponer política fronteriza simple y sencillamente porque el orden mundial estaba cambiando.
Este cambio se dio después de la pandemia y fue entonces cuando las fronteras empezaron a suplantar a la migración en términos de perspectiva económica y preocupación global. Ya en la Unión Europea se evidenciaban estos cambios en 2015-2016, cambios que en México, sus gobiernos, la academia y la sociedad civil, no quisieron atender, por lo que el primer mandato de Trump tomó por sorpresa a muchos, especialmente con la entrada en vigor del Título 42. Con Biden todavía pensaban que la situación iba a ser distinta y se volvería a esos niveles de bonanza, de acuerdos con base en el derecho internacional, como El Pacto GLobal de la Migración firmado en 2018, la Agenda 20230 y otros mecanismos internacionales que habían permitido hastan antes de la pandemia reforzar la narrativa de los derechos humanos de las personas en tránsito. Pero no fue así, Biden le dio prioridad a la fronterización de la seguridad, contrario a todo pronóstico.
Con la llegada de Trump nuevamente al poder el 20 de enero de 2025 la seguridad fronteriza se instaló como prioridad: contratación de más agentes de ICE y de la Border Patrol, cero dinero para programas de migración, mucho menos para la defensa de derechos humanos de personas en tránsito, más inversión en militarizar la fronteras y, en teória, más cooperación con México para asegurar la frontera en ambos lados y, obviamente, para que el gobierno de Claudia Sheinbaum se encargara impedir los cruces irregulares hacia Estados Unidos. En 15 años, la política fronteriza, un mandato de Trump, desplazó a la política migratoria en México y con ello la narrativa también cambió. Cero fronteras porosas.
La visita de Marco Rubio a México sella el acuerdo no dicho hasta ahora en la relación bilateral entre Estados Unidos y México. Una orden ejecutiva firmada por Trump el primer día de su segundo mandato fue suficiente para afianzar esa supremacía estadounidense como hace muchas décadas no se observaba: “proteger a los Estados Unidos de terroristas extranjeros y otras amenazas a la seguridad nacional y pública”. Mientras en México se socaba el estado derecho. Una combinación perfecta para que Trump pueda hacer y deshacer dentro y fuera del país lo que quiera con la soberanía nacional, ya de por sí bastante maltrecha. Y le aplaudimos por nuestra incapacidad como país para resolver los temas centrales, como sería proteger nuestras propias fronteras. En 2023 propuse todavía la creación de una Agencia Especial de Fronteras para México. No sé si sea ya demasiado tarde, pero quizá es momento de pensar en política fronteriza.
Cómo citar:
Rodríguez Ortiz, R. (4 de septiembre 2025). Estados Unidos hace realidad su Operación Portero en la frontera con México. roxanarodrigezortiz.com. Link: https://roxanarodriguezortiz.com/2025/09/04/estados-unidos-hace-realidad-su-operacion-portero-en-la-frontera-con-mexico/
