Des-fronterizar la filosofía

Por: Pamela Blancas Soperanez1

Ha sido muy grato para mi poder encontrarme en este seminario, pues significó un punto de encuentro y reflexión, pero sobre todo de inspiración ya que la pedagogía misma del curso permitió que nuestras investigaciones tuvieran un lugar de referencia: “la frontera” y que incluso como metáfora nos pudiéramos situar ahí, encontrarnos ahí para dialogar con un
otro que, en realidad, son nuestras investigaciones y afectos. En este sentido, el aprendizaje y el conocimiento compartido fue para mí muy enriquecedor.

Personalmente, creo que la frontera se relaciona en muchos sentidos con la filosofía e incluso me parece importante que podamos pensar en la posibilidad de deconstruir la forma en la que hacemos, pensamos y escribimos filosofía. Habría que preguntarnos si, ¿es obligatorio que tenga que ser tan rigurosa, metódica, estructurada y argumentada?, o en su lugar, ¿es viable llevar a cabo una forma de filosofar que se ajuste a nuestros contextos y que no necesariamente corresponda a occidente? Dicho de otra forma, ¿puedo hacer filosofía desde el pueblo originario o desde iztapalapa?, en este sentido, ¿podemos hacer escritura de la frontera o literatura desde la frontera, cuyos textos exploren “los límites mismos de la escritura”, donde las expresiones reflejen “un adentro y un afuera” o un “arriba y un abajo”, una visión no lineal con caminos abruptos y confusos como la realidad misma?

Me parece que podemos pensar en esa posibilidad, pues a través del ejercicio escrito nombramos realidades y narramos para dar cuenta de nuestras existencias tan particulares y especificas; de ahí la importancia de cómo investigamos, recorremos, olemos y caminamos los lugares que enunciamos bajo nuevas interpretaciones.

Entonces, no podemos pensar sólo en la frontera que se ubica geográficamente en el sur o en el norte de nuestro país, en su lugar, habría que reflexionar el cuerpo como frontera y el propio pensamiento como frontera bajo las categorías estéticas como aproximación situacional tal como lo vimos en las sesiones del seminario.

Pamela Blancas Soperanez

Además, el seminario me permitió des-ubicar a “la frontera” dentro de lo negativo, ya que esta línea, limite o lindero puede significar también un lugar de resguardo y de resistencia. Esta reflexión detonó para pensar el objeto de mi investigación, pues me interesa hablar de Milpa Alta, cuyo lugar y territorio se ubica en la periferia de la ciudad de México. Milpa Alta y sus pueblos originarios se encuentran en la defensa de su territorio, conservación y no explotación de sus recursos naturales, además de la autonomía para el manejo y sustento de su economía local; así como independencia para elegir a sus autoridades tradicionales
que entienden bien sus rasgos específicos. Asimismo, su lenguaje y tradición oral guardan conocimientos valiosos de los cuales (me parece) podemos hacer filosofía. Esta reflexión nos hará preguntarnos: 1) cómo conocemos desde un lugar en particular o si los conocimientos de este lugar en especifico, de este pueblo originario, o de algunos pueblos originarios del mundo son valiosos y, 2) por qué son valiosos y por qué estos conocimientos pueden contribuir al bienestar y al desarrollo humano.

Finalmente, considero que la frontera nos atraviesa constantemente porque nos movemos, vamos, transitamos; porque la condición humana buscó, busca y buscará sobrevivir-vivir siempre de la mejor manera posible.

  1. Pamela Blancas Soperanez es estudiante de la Licenciatura en Filosofía e Historia de las Ideas de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM). Este texto fue presentado como parte de las conclusiones del Seminario Permanente de Estudios Fronterizos “Filosofía Orientada a la Frontera. «Entre» lo real y lo ficcional”, impartido por Roxana Rodríguez Ortiz, semestre 2025-I ↩︎