De muros y éxodos

Las intermedias de EUA (martes 6 de noviembre 2018)

Llegó el día de las eleciones intermedias en Estados Unidos, y el resultado fue bastante apretado entre los demócratas y los republicanos, se dividen las cámaras, se paran ciertas propuestas y se revisan algunos acuerdos, especialmente el que sustituye al TLCAN. ¿Qué se queda y qué se va? El muro de Trump, por lo pronto, se queda en promesa de campaña, al haber obtenido los demócratas la mayoría en el sur de frontera. Aun así, Trump no pierde el tiempo y decide enviar una orden ejecutiva que modifique los acuerdos internacionales de refugio (protocolo de 1967), en la que solo se considerará como solicitante de asilo a quienes lo hagan en puntos regulares de los cruces fronterizos. Una disposición que se discutirá en las cortes y pasaran meses para que se resuelva, mientras las personas migrantes que logren llegar al sur de Estados Unidos podrán ser detenidas y las las familias separadas.

Éxodo centroamericano (sábado 10 de noviembre 2018)

Este escenario no es nuevo ni alentador especialmente porque hoy partieron de la ciudad de México prácticamente las casi 5000 personas que llegaron el lunes pasado al deportivo de la Magdalena Mixhuca. Durante asambleas que se hicieron diariamente se trazó la ruta por la que seguirán su camino hacia el norte a pesar de que varios organismos y defensores de derechos humanos les advirtieron del riesgo que corren al enfrentarse a lo que conocemos como la frontera vertical en la que se ha convertido México, especialmente cuando aparece el crimen organizado en todas sus variantes.

Un porcentaje menor de la población decidió tomar la propuesta de la OIM de regresar a Honduras, por lo que hoy también sale un avión con quienes hayan decidido esta ruta que, en principio, no es considerada como deportación.

Lo que sigue

Ayer me preguntaban qué seguiría, cuando las personas migrantes lleguen a la frontera. Que se regresen, los deporten o los coopte el crimen organizado, contesté. Mi respuesta fue automática, un tanto por la desazón de lo ocurrido durante la semana, las disputas entre el gobierno local y las organizaciones por tener el control (no se de qué), por los discursos xenófobos, lamentables, en las redes, por la falta de información en los medios de comunicación y el oportunismo de varios morbosos que iban al deportivo a hacerse la selfie. Aunada a la experiencia de 2016 en los campos de refugiados instalados en Grecia, de los cuales ya he dado cuenta en textos anteriores.

Con esa convicción y desazón, una aporia emocional, me encaminé al deportivo a saludar a mis amigas que llevaban toda la semana en campo, asistiendo y dando de comer a las personas. No es la primera vez que he estado en un campo, albergue, refugio o como se le quiera llamar, conozco varios en diferentes países. No me sorprendió lo que vi en primera instancia, dentro del caos imperante, funcionaba. Ya se habían establecido las reglas del juego y se sabía a quién acudir para que les auxiliara a sacar dinero del banco azteca que estaba a unas cuadras, a quién para que les diera de comer, a quién para preguntar por la salud de su hijo, a quién para preguntar por el paradero de un familiar y una larga de lista de a quiénes. Un submundo atravesado por lo público y lo privado, lo mismo que por lo institucional y lo clandestino.

Evidentemente no me llamó nada la atención que el discurso del gobierno y sus organizaciones fuera tan distinto de lo que observé y escuché las dos o tres horas que estuve sentada (literal) en una cubeta negra de plástico cargando a una bebé migrante mientras su mamá, una chica muy joven, escogía ropa para llevársela a Honduras (de las pocas que había tomado la opción de la OIM), al tiempo que acompañaba a la hermana Magda a que descansara, comiera, platicara o lo que quisiera. A eso había ido, a estar con la gente que da, que se entrega, y que responde por las voluntades colectivas (multitudes, diría Spinoza) en tránsito.

De las historias que ahí me contaron casi ninguna puedo transcribir pero fue como entrar en una ficción, en una novela negra, en una novela policiaca, donde la ficción y la realidad se entretejen. Lo trágico es que lo mismo que sucede en México sucede en Europa del Este, en Asia, en Africa, en el todo el mundo. A un problema global se le ha dado una solución global que evidentemente no está funcionando.

Lo que está por-venir

Las elecciones de Estados Unidos nos plantean un escenario nuevo que en la Unión Europea, por lo menos, ya se había visibilizado, redefinir los modelos de sociedad: la anacronía de lo multicultural está llegando a su fin de la mano de lo decolonial. Ambas prácticas teoréticas, condescendendientes con el liberalismo, incentivaron el epistemicidio y la diferencia para delimitar las clases, las etnias, las razas, el sistema sexo-genero, para ensancharlas, no para hacerlas equivalentes. El reto por-venir está en pensar, diagramar, diría Foucault, nuevamente las relaciones de poder y ahí esbozar otros modelos de sociedad.

 

También se pueden consultar:

Asistencialismo u hospitalidad? ¿Política o derecho? ¿Caravanas sí o caravanas no?

Dudaron de la #PrimaveraArabe? La movilidad humana una de sus mejores batallas

Cuando las crisis humanitarias se reducen a una presencia de logos

 

Un comentario en “De muros y éxodos”

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