Blanquitud y colonialidad del poder

Por: Imelda Silva Olvera1

Las jerarquías internas de los Estados-nación en América Latina no se limitan únicamente a las dimensiones económicas o políticas, sino también abarcan aspectos culturales y simbólicos. Esto implica que cualquier propuesta orientada hacia la transformación social debe incluir la deconstrucción de los mecanismos de “blanquitud”, entendida como “la expresión visible de una identidad étnica capitalista que está sobre determinada por la blancura racial,  sinembargo,esta blancura racial se relativiza yredefine al ejercer dicha sobre determinación”, según argumenta Echeverría.

Asimismo, es imprescindible confrontar directamente la colonialidad del poder, entendida por Rawicz como el conjunto de “estructuras de dominación y jerarquías que se perpetúan dentro de una sociedad mediante instituciones, normas y prácticas que reflejan y mantienen esas desigualdades”. Reconocer la influencia de esta colonialidad interna en la configuración de las subjetividades permite abordar niveles más profundos, donde las identidades son moldeadas y los mecanismos de exclusión se naturalizan.

Por ello, no basta con enfocarse en políticasde igualdad que aborden únicamente cuestiones económicas o legales. Las luchas sociales deben trascender la redistribución de recursos e incluir el reconocimiento y la revalorización de prácticas, saberes y conocimientos históricamente subordinados. Es vital aceptar que la blanquitud representa una barrera cultural y discriminatoria cuyo propósito es eliminar lo “otro”; es decir, a los “no-blancos”. De hecho, la identidad nacional moderna parece haberse construido a partir de esta blanquitud simbólica, que hasta hoy sigue operando como un mecanismo central de dominación en los Estados-nación.

Echeverría plantea que la blanquitud se construye mediante la erradicación de rasgos lingüísticos, culturales o costumbristas que no se ajustan al modelo capitalista. Por su parte, Rawicz destaca que el colonialismo interno tiene una trayectoria intelectual propia y subraya cómo las estructuras estatales reproducen relaciones opresivas a través de políticas y discursos que sistemáticamente colocan a ciertos grupos sociales en condiciones de desventaja. Ante esto, surge la pregunta: ¿es posible imaginar un Estado-nación libre de blanquitud, emergido desde la resistencia para desafiar esta norma? Más específicamente, ¿cómo las exigencias implícitas de blanquitud se materializan en los cuerpos para legitimar la colonialidad del poder y cómo impactan en la producción de conocimiento?

En resumen, la conexión entre los conceptosde blanquitud y colonialismo interno pone de manifiesto que las dinámicas de exclusión en América Latina tienen un carácter doble: son tanto globales como estructurales dentro del contexto local. Mientras la colonialidad del poder propuesta por Rawicz relaciona las jerarquías locales con sistemas de explotación global, el enfoquede Echeverría sobre la blanquitud arroja luz sobre los componentes éticos,culturales y civilizatorios que perpetúan esasjerarquías dentro del marco moderno-capitalista.

Así, para abordar las problemáticas económicas, políticasy culturales que perpetúan la desigualdad en los Estados-nación, resulta crucial desmantelar las bases simbólicas y materiales que sustentan estos sistemas opresivos. Solo de este modo será posible avanzar hacia un cambio estructural que promueva el reconocimientoy la integración de identidades subalternas, contribuyendo finalmente a construir sociedades más inclusivas, justas y equitativas.

Referencias

Echeverría, B. (2007). Imágenes de la blanquitud. En Modernidad y blanquitud (pp. 57–86). ERA.

Rawicz Morales, D. (2025). Interpelar la colonialidad del poder desde el colonialismo interno. Revista Mexicana de Sociología, 87(3), 579–608. https://doi.org/10.22201/iis.01882503p.2025.3.62967


  1. Imelda Silva Olvera  es estudiante de la licenciatura en Filosofía e Historia de las Ideas de la UACM. Este texto fue escrito para el seminario Filosofía de la Cultura durante el semestre 2025 -II, impartido por Roxana Rodríguez Ortiz. ↩︎