Por Carlos Villota Santacruz
Internacionalista, Comunicador Social, experto en TLC, marketing de ciudad
A las puertas que una comisión del Congreso encabezada por el presidente Roy Barreras viaje a Cuba con el propósito de dialogar con los negociadores de las FARC, el Gobernador de Nariño Raúl Delgado propuso la creación de una Consejería presidencial de fronteras. Su objetivo apagar la deuda social y económica que por años se ha gestado desde Bogotá con estos territorios que se extienden en los cuatro puntos cardinales del país.
La iniciativa además de oportuna, crea un escenario de reflexión desde diferentes áreas. En primer lugar la geopolítica mundial cambia y evoluciona de manera constante y con ellas las fronteras. En segundo lugar el siglo XXI ha creado un nuevo ciclo de las relaciones entre Colombia con sus vecinos. Y en tercer lugar. Las fronteras son los órganos de los Estados con características estratégicas, por consiguiente, tiene su origen en la lucha interestatal que se puede dar en diferentes planos: económico, político, militar, social, cultural y desarrollo humano, donde los habitantes son sus protagonistas.
Al igual que el proceso de paz, el estudio y manejo de las fronteras no solo pasan hoy al tablero, sino que además desde el Ejecutivo pasando por el legislativo y las autoridades departamentales y municipales, deben hacer un “alto en el camino” para no repetir los errores del pasado para abordar su problemática y sus posibles soluciones.
Si retrocedemos en el tiempo, podemos observar que ya existió una Consejería presidencial de fronteras y bajo una ley, que aunque bien intencionada, no logro dotar a las fronteras de instrumentos jurídicos idóneos acordes a sus verdaderas necesidades de la generación presentes y futuras.
La realidad fronteriza –caso particular del departamento de Nariño- supero la intencionalidad de la ley. La razón tenía limitaciones en el tiempo y en el espacio. Adoleció de la suficiente flexibilidad para adaptarse a la apertura económica, a la globalización y a la sociedad del conocimiento.
Se podría afirmar sin temor a equivocarse, que a pesar de ser una ley joven nació muerta, por sus vacíos normativos, jurídicos e interpretación de la realidad fronteriza que quiso rescatar. Es decir, se quedó a mitad de camino y el “remedio resultó peor que la enfermedad”.
De entrada el manejo y creación de una Consejería presidencial de fronteras sería complicado. Todo por cuenta que ni siquiera las entidades que están llamadas a respaldar su trabajo como el Ministerio de Relaciones Exteriores, Planeación Nacional y los Ministerios, no tiene claro para serviría la entidad.
Con ese antecedente y en medio del paro cafetero y el proceso de paz entre el Gobierno y las FARC, Colombia no puede seguir de espaldas a sus fronteras. Es necesario construir y adoptar una política de Estado en materia fronteriza. ¿Cuál podría ser la fórmula? Simple, debe crearse la Consejería no solamente pen respuesta a una coyuntura o como objetivo geopolítico y diplomático solamente.
Se debe romper el tabú de crear entidades que lo dicen y lo normatizan todo. Acompañar su gestación a través del estudio y promulgación de una ley de carácter Orgánico que le de facultades al Congreso para legislar sobre las particularidades regionales fronterizas: caso San Andrés y Providencia, Amazonas o la Guajira.
La propuesta del Gobernador de Nariño Raúl Delgado de crear una Consejería presidencial de Fronteras debe contar con una discusión académica, empresarial, política y ciudadana de sur a norte y de oriente a occidente del país. Que sume. Que aporte líneas de investigación a las zonas fronterizas y rinda un homenaje y respeto a los sentimientos y conocimientos de los actores regionales –los habitantes (niños, niñas hombres y mujeres) poseen de las fronteras. Donde viven. Donde trabajan. La tierra de sus antepasados. Su cuna.
De no darse ese paso, lo que ocurrirá, es que asistiremos como “testigos impotentes” a una nueva etapa de la historia que se quedará en el escritorio, convirtiendo a las fronteras en palabras de Robert Schuman “en cicatrices de la historia”. Todo gracias a la indiferencia del Gobierno colombiano, al marginamiento, a la violencia y al olvido inmemorial de las fronteras. A propósito de este comentario usted que piensa E mail villotasantacruzcarlos@yahoo.com.co