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#VibraMéxico: si vamos a marchar, empezamos por limpiar la casa

por Roxana Rodríguez Ortiz

He de confesar, aunque sé que es políticamente incorrecto, que recibí con júbilo la noticia del triunfo de Trump. A continuación me explico (para ello haré una síntesis de contextos locales e internacionales) y doy razones de lo que desde mi perspectiva es una oportunidad para México si decidimos movilizarnos no solo en la calle también en la casa.

I

En pocas ocasiones México ha sido visto como un gobierno par por el gobierno estadounidense. Ubico solo dos. En 1916, cuando las tropas de Pancho Villa cruzan la frontera hacia Estados Unidos (Batalla de Columbus), y durante la segunda guerra mundial, específicamente cuando se acuerda el programa bracero (1942). Después de estos dos momentos el gobierno estadounidense se ha encargado de llevar a cabo el plan de expansionismo, ya no territorial (que culminó con la firma del tratado Guadalupe Hidalgo en 1848), sino ideológico, auspiciado por el gobierno mexicano, que rinde sus frutos en una economía mixta de frontera cerrada, como lo fue la economía mexicana, hasta finales de los años ochenta del siglo pasado, con la firma del TLC en 1994 y la entrada del país a la OCDE en el mismo año. El desenlace de esta acelerada incursión en el club de los países ricos, el sueño que nos vendió Carlos Salinas de Gortari, es de todos conocidos: una crisis que nos devastó nuevamente.

II

A más de veinte años de haber cambiado nuestra economía, sin la infraestructura necesaria en ninguno de los niveles mínimos requeridos para enfrentarnos a la voracidad de la globalización, lo que hemos cosechado es justamente la precariedad de los derechos humanos y la ausencia de un proyecto de país que haga frente a los embates privados y políticos de las transnacionales. Es decir, a pesar de contar con una de las constituciones más avanzadas de su época (la de 1917), con abundantes yacimientos de petróleo, y un territorio envidiable de extensión de recursos naturales, para 1994 no nos habíamos modernizado, ni a nivel de los tres poderes (ejecutivo, legislativo, judicial), ni en innovación y desarrollo, ni en telecomunicaciones, y mucho menos en una economía de servicios, que es lo que exige la globalización para entrar a la competencia. Durante estas dos décadas en las que se han perdido generaciones económicamente activas derivado de la ausencia de un plan de desarrollo claro que no solo incentive las exportaciones sino la producción local de autoconsumo, nos erigimos como uno de lo mercados de consumo más importantes de América: una contradicción económica a todas luces porque consumimos lo que no necesitamos con dinero que no producimos, una burbuja ideológica que explota con la llegada de Trump.

III

Trump llegó al poder, como esperábamos algunos, derivado de los cambios políticos que se habían suscitado en 2016:  la llegada de Macri en Argentina, la destitución de Dilma en Brasil, la corrupción ramplona del priismo instala nuevamente en México con la administración de Peña Nieto, el Brexit en Inglaterra, y la ausencia de una política exterior clara en la Unión Europea de cara a los miles de refugiados sirios que estaban cruzando el Mediterráneo, entre otros más.

El contexto internacional sin duda es importante entenderlo para saber por qué Trump llega a la presidencia, lo que no termino de entender es por qué los demócratas entregaron el país a los republicanos. Es decir, sabemos que Berny Sanders era un mejor candidato que Hillary Clinton y que sin duda hubiera podido llegar a la presidencia, pero no fue así y Trump no ganó solo; las dos cámaras son también republicanas. La hipótesis que evalúo consiste en que la globalización ya dio de sí para los grandes capitales y ahora Trump y el republicanismo intentarán hacer lo que hizo la Unión Europea: nacionalizar y proteger sus capitales financieros, humanos y  de infraestructura. Otra contradicción ideológica porque justamente Trump debe su emporio a la globalización y a las prácticas desleales de la competencia financiara.

La Unión Europea se erigió como un mercado único porque cada país por sí solo, pienso en Alemania, Reino Unido, Francia, nunca hubieran podido dar la batalla por su cuenta ni a Estados Unidos ni a Rusia. En eso Kant sí que tenía razón cuando alude a la finitud de la tierra para aludir al derecho cosmopolita, lo que no vislumbró el filósofo alemán es que el derecho cosmopolita en la práctica anula las ambiciones personales de los países sometidos, los cuales ahora se rebelan frente al sueño de ese mercado único, no sólo los países del Europa del Este, también quienes siempre se han repartido el pastel europeo: Reino Unido, próximamente Francia, y quizá también el nacionalismo venza en Alemania. De ser así, en breve veremos el desmoronamiento de la Unión Europea, como proyecto cosmopolita.

IV

Lo que es cierto con Trump es que es un showman y sirve a todos para distraer la atención. La Unión Europea que era hasta hace un par de meses el centro de atención por el maltrato que ha perpetrado a los refugiados ahora con cinismo se atreve a cuestionar las políticas antiinmigrantes del presidente estadounidense. Enrique Peña Nieto, nuestro presidente, que no dejaba de ser vituperado por su endeble presencia, quizá subestimemos su astucia, deja de ser el villano e incluso se suma a las filas de los defensores del nacionalismo de la burguesía intelectual mexicana (o es quizá a la inversa). ¿Pero qué pasa con Rusia y China? El presidente ruso no pasa desapercibido, porque no es su naturaleza, e incluso corrieron los rumores que fue medular en la contienda presidencial del país vecino. Mientras que los chinos, siempre reservados, deciden que apoyan a México en el embate político contra Trump. ¿Quiénes se benefician con tantos frentes abiertos? Es muy probable que los chinos, especialmente cuando su economía entró desde hace un par de años en una desaceleración importante y cuando son el principal prestamista del gobierno estadounidense. Falta analizar lo que sucede en Medio Oriente y en América Latina, que parecen haberse quedado mudos, pero eso no significa que no se estén moviendo en otros frentes.

V

Lo que observamos es el regreso del nacionalismo en todo el mundo. México no es la excepción y la marcha de hoy da muestra de ello. ¿Pero es el nacionalismo la salida? ¿Es la vuelta al cauce “natural” del nacionalismo, después del tsunami de la globalización, la solución a los problemas de nuestro país? Mi respuesta es no porque incluso las fronteras nacionales son artificiales, ningún sistema por sí solo es natural. El reto es sin duda mayor cuando no se tiene rumbo fijo. Trump representa para la clase blanca trabajadora, además de un mesianismo, el cumplimiento de las promesas de campaña política y la seguridad de no haberse equivocado al momento de haber votado por él. Nosotros, mexicanos, estamos muy lejos de sentirnos así: leales a nuestro gobiernos, ya no digamos a sus principios.

En este sentido, la primer oportunidad que vislumbro es justamente la elección de 2018. Estamos a tiempo para preparar bien el terreno del gobierno que necesitamos y en eso el discurso discriminador de Trump debe ser un aliciente para fortalecer el cuerpo diplomático del próximo sexenio (es claro que el actual intentará sobrevivir en el terreno del tiburón y sacar una mortaja para su beneficio personal antes de que se le acaba el periodo), por ello debemos presionar a quienes se presenten como candidatos a que presente un plan de acción claro y realizable en el corto plazo.

La segunda oportunidad se vincula con no perpetuar el discurso discriminador de Trump para con nuestros connacionales en el extranjero, situación que Trump también está haciendo más sencilla dadas sus políticas anttimigratorias. Esas mismas prácticas que nosotros hemos implementado con los otros indígenas, migrantes centroamericanos, pobres, nacos, homosexuales, mujeres, etcétera, debemos erradicarlas. Por ello afirmo que antes de escupir para arriba, debemos empezar por casa.

La tercera oportunidad la ubico justamente en la deportación de cientos de mexicanos que tren consigo un know how que estamos desaprovechando, para ello debemos capitalizar sus experiencias no solo a nivel de la productividad sino también en la noción de civilidad y conciencia social. Si algo tienen los mexicanos que han pasado mucho tiempo en el país vecino es un respeto de la ley que para nosotros es desconocido. Aquí las organizaciones de la sociedad civil son medulares siempre y cuando aprendan a ser colaborativas (compartir saberes) entre ellas. Será una época de vacas flacas porque el dinero de las grandes fundaciones estadounidenses se quedará en Estados Unidos, incluso el dinero del Plan Frontera Sur, disminuirá, y por ello deben ampliar sus esquemas de financiamiento hacia otros horizontes.

La cuarta oportunidad es económica sin duda. Tomémosle la palabra a Trump y  renegociemos el TLC, pongamos aranceles a las importaciones de alimento, siempre y cuando tengamos claro un plan de abastecimiento y autoconsumo local. Evitemos no solo la fuga de capitales sino también la fuga de cerebros. Modernicemos los esquemas productivos con base en la pirámide poblacional que sigue siendo una ventaja competitiva de cara al resto de los países industrializados. Adecuemos los planes de estudio para fortalecer la innovación y el desarrollo y salgamos de la lógica actual de maquilizar al país. También digámosele sí al muro, es una inversión de 26 mil millones de dólares y los mejores albañiles son mexicanos, hagámonos también especialistas en tecnología de punta para desbancar a las empresas israelíes y vendamos esa tecnológica al vecino para que cerque su país.

La quinta oportunidad (y con esta me despido), aprovechemos la oleada de hermandad y hospitalidad que ahora expresan quienes por primera vez se animan a salir a las calles. Sean empáticos con las luchas y las causas que les han antecedido: la marcha del dos de octubre, las marchas de las feministas, las marchas de la caravana de madres centroamericanas, las marchas de los maestros, las marchas de los homosexuales, las marchas de las madres de Juárez, las marchas de los padres de Ayotiznapa, y las demás marchas que vengan después. Incluso, aprovechemos la oleada de memoria histórica de atropellos, vejaciones, explotación y ausencia de bienestar social en que vivimos desde hace años para demandar justicia hsitórica, no solo para hacer catarsis colectiva. Aprendamos con esta tropelía trumpista a ser resilentes, a quejarnos menos y a actuar más. A cuestionar incluso nuestras propias fobias antes de cuestionar la de los otros. Quizá ahi encontremos la grandeza de nuestro país y podemos hacerlo vibrar.