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Elecciones en EE UU y la democracia por venir*

Finalmente nombraron al partido ganador de las pasadas elecciones estadounidenses. Fueron días de mucha expectación en distintos lugares del mundo y sin duda la pandemia fue el factor que determinó el triunfo de Joe Biden y Kamala Harris.

Los demócratas regresan a la Casa Blanca con una agenda política amplia y con el país dividido, si bien es cierto que fueron las elecciones con más votos individuales y totales, el margen de diferencia entre lo que representa en el imaginario colectivo la ideología de uno y otro candidato es mínima. Biden ya estuvo en la Casa Blanca como vicepresidente durante los ocho años de Obama como presidente y conoce bien los errores que cometieron con respecto a los republicanos, especialmente ceder en ciertos puntos álgidos de la agenda (migración y salud, principalmente) para encontrar respaldo en otras iniciativas. Harris y Biden se conocen bien, no siempre han coincidido, pero ahora forman un binomio que puede lograr un equilibrio al momento de realizar el cabildeo necesario para, en primer lugar, mitigar la polarización ideológica entre la población, así como para recuperar las alianzas internacionales que perdió durante el gobierno de Trump, especialmente con China y la Unión Europea.

No es menor el triunfo de los demócratas en Estados Unidos para lo que estamos observando en el mundo desde que inició la pandemia. Un escenario donde las ultraderechas se dieron cita con más intensidad en espacios de los que ya empezaban a apropiarse, aprovechando el cierre de fronteras de sus países para propagar el miedo al otro/otra, así como para incentivar ciertas prácticas de control en nombre de la salud, la seguridad y la inmovilidad.

Lo que se activó en el voto de la ciudadanía fue sin duda la “inmunidad rebaño”; es decir, la gente salió a votar para sacar a Trump de la Casa Blanca, no necesariamente para aprobar el proyecto político de Biden-Harris.

Roxana Rodríguez Ortiz

El encierro, el confinamiento, ha sido la clave de la biopolítica en este incipiente siglo XXI. La pandemia se convirtió, entonces, en el motivo político de las campañas durante estas elecciones. Los discursos de hace cuatro años, especialmente el de la construcción del muro entre México y Estados Unidos, se dejaron de lado, lo mismo que el discurso antiinmigrante, especialmente el que criminaliza a las personas sin papeles o el que politiza la migración laboral de cientos de miles de mexicanos, salvadoreños o guatemaltecos, señalándoles como quienes le quitan el trabajo a cierto sector de la población estadounidense, aunque ello no signifique que las condiciones vayan a mejorar con un gobierno demócrata, como ya lo vimos durante el gobierno de Obama. Tal y como señalaron Mike Davis y Justin Akers Chacón en su libro Nadie es ilegal. La lucha contra el racismo y la violencia de Estado en la frontera entre México y Estados Unidos:

La visión de los líderes demócratas de una política migratoria seguía un guion muy estricto que no admitía desviaciones. Al igual que con el debate sobre los servicios médicos, los demócratas desperdiciaron la oportunidad de usar su mayoría en ambas cámaras del Congreso para promover una reforma importante y poner a los republicanos a la defensiva. En vez de eso, entregaron el liderazgo a la minoría republicana con la ilusión del “bipartidismo”, un mito del que los republicanos estaban dispuestos a deshacerse de inmediato.

En este 2020 la democracia en el mundo se torna distinta y hay que aprender a leer entre líneas los cambios que están por venir. Uno de estos es sin duda el giro que tomaron las elecciones en Estados Unidos. Haciendo la analogía con la pandemia, lo que se activó en el voto de la ciudadanía fue sin duda la “inmunidad rebaño”; es decir, la gente salió a votar para sacar a Trump de la Casa Blanca, no necesariamente para aprobar el proyecto político de Biden-Harris. No es un incentivo errado, pero tampoco es la mejor opción cuando la democracia tal y como está ahora, no solo en Estados Unidos, sino en todo el mundo, se debate entre dos polos, entre dos extremos, ninguno de los cuales representa verdaderamente una oposición auténtica al sistema capitalista, especialmente cuando el derroche político está mediatizado y agarrado con pinzas debido a la propagación del miedo: miedo a enfermarse, miedo a morir, miedo a perder el trabajo, miedo a no tener acceso a un sistema de salud y miedo a sacrificar la libertad y consumo personal por el bien común.

¿Qué puede marcar la diferencia en esta democracia por venir? Precisamente apostarle a la diferencia, al disenso. Para ello, en primer lugar, Kamala Harris debe asegurar su voz dentro del Senado. Eso se puede lograr si los demócratas ganan los dos escaños pendientes de Georgia, con lo que tendrían mayoría en las dos cámaras. Actualmente, la de Representantes es demócrata, mientras que el Senado es republicano. En caso de que eso no suceda y Biden-Harris se topen con cámaras divididas, es muy probable que Biden haga uso de la posición centralista que le dio este triunfo electoral y negocie con los republicanos como lo hizo en el pasado, con las consecuencias que ya conocemos.

¿Qué puede marcar la diferencia en esta democracia por venir? Precisamente apostarle a la diferencia, al disenso.

Roxana rodríguez Ortiz

Desde mi perspectiva, Kamala Harris es la figura clave de este triunfo, por su ascendencia negra-asiática, por ser mujer, por su experiencia política, y por su visión progresista en muchos ámbitos de una agenda política que, en principio, va a marcar el devenir de esta nueva administración. Esta es la oportunidad de los demócratas de asentar un proyecto político progresista-socialista que no pudo conformar Obama. Para ello tendrán que convencer a millones de ciudadanos y ciudadanas de que el socialismo en el resto del mundo no necesariamente es el peor escenario para le democracia por venir; especialmente a la ciudadanía con ascendencia cubana, venezolana y mexicana que en estas pasada elecciones votó a Trump.

La democracia por venir requiere de estos impasses, de estos triunfos, para seguir respirando, aunque eso no asegura su continuidad si no se resuelven los problemas de fondo que ha evidenciado la pandemia: más y diferentes rutas de la migración, aumento de la pobreza en todo el mundo, menos opciones laborales, menos acceso a la seguridad social en general (que incluye obviamente el sector salud), cierre de fronteras a la movilidad humana, crecimiento de la xenofobia propagada por gobiernos de derecha y confinamiento (in)voluntario. Todo son temas que deben estar en la agenda nacional e internacional de Estados Unidos, especialmente cuando la democracia en este momento está atravesada por un falso espíritu de solidaridad mundial enfocada en el descubrimiento de una vacuna que nos permita seguir con nuestra vida. Una vacuna que representa la esperanza de lo que está por venir, incluyendo la democracia, pero una vacuna que sabemos no cuenta con los anticuerpos necesarios para evitar la propagación del virus porque hasta ahora nadie es inmune a la Covid. La analogía sirve para pensar igualmente la democracia. Ningún proyecto político pasado, actual o futuro es inmune a la condición humana, la democracia tampoco, pero eso no debe limitarnos para intentar acercarnos a su optimización en beneficio de la mayoría global y para llevar a buen puerto dichos proyectos es necesario diagramar las relaciones de poder dejando fuera al Estado, propagar la inmunidad rebaño a nivel ciudadano es lo único que nos puede ayudar a solventar este escenario tan complejo, tanto en función de la pandemia, como la democracia por venir.

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Denunciar, teorizar, o cómo ser escuchados por esta administración

Llevo más de quince años trabajando el fenómeno fronterizo, primero entre México-Estados Unidos (particularmente entre Tijuana y Ciudad Juárez), inicié con análisis comparativo de las literaturas fronterizas, de ahí me seguí a la filosofía de la cultura para plantear modelos de sociedad en comunidades fronterizas.

Participé en incidencia política, lo cual me permitió desarrollar el modelo epistemológico de la frontera, que ahora cuenta con nueve categorías, y los últimos años me he dedicado a visitar otras fronteras (incluyendo la frontera México-Guatemala), para corroborar que mi propuesta ontológica y filosófica de las fronteras funciona y es aplicable a otros continentes; de ahí que haya realizado estudios, observación participante, en las fronteras del espacio Schengen (Unión Europea), Israel-Palestina, Marruecos-Argelia, Marruecos-España, de los que he dado cuenta no solo en los libros, sino también en este espacio.

Durante estos seis meses de la administración de Andrés Manuel López Obrador ha sucedido lo que justamente no esperaba sucediera; es decir, desde la transición de gobierno hubo una cerrazón para escuchar la experiencia de quienes hemos aportado en otras administraciones a la política pública, por parte de quienes ahora se encargan del fenómeno migratorio y la defensa de los derechos humanos de las personas migrantes y solicitantes de refugio, particularmente de Alejandro Encinas y Olga Sáncehz Cordero, secretaria de SEGOB.

Dicha cerrazón se ha convertido en errores constantes de cara a la política migratoria, de la política fronteriza poco o nada se puede decir porque uno de los grandes errores de muchas administraciones ha sido justamente confundir migración con fronteras, un error común incluso entre académicos y activistas; por ello la necesidad de categorizar los fenómenos fronterizos con base en el modelo epistemológico de la frontera.

De estos errores he dado cuenta en este mismo espacio al tiempo que las caravanas migrantes han entrado desde octubre de 2018:

El último error de esta administración es ceder ante la presión de Trump con respecto al aumento de los aranceles a partir del próximo lunes como medida condicionada de no impedir el tránsito de migrantes y solicitantes de refugio. Las supuestas negociaciones en las que ha participado Marcelo Ebrard, secretario de Relaciones Exteriores llaman la atención por carecer de una visión integral del problema, a pesar de que ya existe la redacción del Plan de Desarrollo Integral para Centroamérica que presentó hace algunas semanas en conjunto con la CEPAL.

Esto llama particularmente la atención porque ayer se acordó enviar alrededor de 6 mil integrantes de la Guardia Nacional a la frontera sur de México, específicamente a Tapachula, por donde están entrando las caravanas más numerosas, para impedir que entren las personas migrantes y solicitantes de refugio a territorio nacional en una clara violación a derechos humanos (entre los que se suman, detención de defensores) y obviamente de soberanía (sobre esto existe mucho más que decir a partir de trabajos previos que se vinculan con la concepción de autoinmunidad en la que incurren los gobiernos).

El escenario actual es poco alentador de cara al fenómeno migratorio y fronterizo. Lo que más me preocupa es la falta de claridad no solo del gobierno (que incluso creo es intencional) sino de la sociedad civil y la academia para cerrar filas. Hemos llegado al punto que la denuncia no es suficiente porque no nos estamos escuchando, ni entre nosotros y evidentemente mucho menos el gobierno. Sin duda existen muchos frentes abiertos pero no se puede perder el rumbo de nuestra actividad teorética; es decir, debemos imaginar escenarios posibles y no solo evidenciar los errores de esta administración.

Tratado bilateral MEX-EUA: adiós autonomía

Ayer firmaron un tratado bilateral Trump y Peña Nieto (como representes de sus países) que sustituye al TLCAN. Canadá decidió tomarlo con más ligereza y prensarse si quería o no entrarle a este nuevo acuerdo o como quede al final la redacción del mismo. He leído las notas en varios periódicos nacionales e internacionales, e incluso el informe de BBVAresearch, todos hablan de que fue lo mejor para el contexto:

No se trata de un acuerdo idóneo, pero dadas las circunstancias, parece el mejor acuerdo posible. Esto considerando que un escenario alternativo y probable podría haber sido la imposición de un arancel de 25% a las importaciones de automóviles mexicanos o la cancelación del TLCAN. (BBVAresearch)

¿Cuál contexto? Evidentemente el de la transición del país (EPN-AMLO) y el del golpeo mediático contra Trump y su ex-asesores. El primer escenario consiste en sostener lo mejor que se pueda la economía mexicana con un dólar controlado y a la baja, para ello es necesario dar certezas, como ésta: asegurar el comercio (in)equitativo entre vecinos. Certezas para que las grandes inversiones no se vuelvan capitales golondrinos acabando el sexenio y para que el presidente electo pueda iniciar a gobernar con el margen de credibilidad que le dio el triunfo. Ya saben que en política todo se mide, incluyendo el índice de popularidad.

El segundo escenario, el de Trump y su relación con los rusos, pan de cada día, siendo un showman y acostumbrado a ello, lo resuelve siempre con amenazas, la última consistió en condicionar su persecución a la caída de la economía estadounidense. Esperemos a ver quién gana en las siguientes elecciones, de llegar nuevamente los republicanos, esto habrá sido trending topic de twitter solamente.

Ayer, también, Marcelo Ebrard no pudo esperar a enviar un comunicado (por twitter también) aludiendo al “entendimiento” logrado con la “negociación” con Estados Unidos. Me pregunto a qué se refiere con “entendimiento”, cuando en realidad volvimos a ceder, incluso la oportunidad de la supuesta cuarta transformación, en materia económica. Dónde quedará el incentivo del campo, del mercado interno, de los servicios, cuando lo que se está negociando es evitar el proteccionismo de Trump, a cambio de seguir siendo su patio trasero, revisese tan solo el siguiente punto:

5) Resolución de controversias. México accedió a eliminar el mecanismo de resolución de controversias (capítulo 19) vigente en el TLCAN. Este capítulo establece que las diferencias comerciales entre empresas particulares y algún gobierno se resuelven en páneles independientes. Con la eliminación de este mecanismo se puede prever que las controversias comerciales que surjan se resolverán en las cortes norteamericanas. Los negociadores afirmaron que en el nuevo acuerdo algunos sectores, entra los que figura el energético, tendrán mecanismos de resolución de controversias ad hoc. (BBVAresearch)

Exacto, eso es en lo que terminó este acuerdo, donde Canadá hacia contrapeso,  pero ya no estará, una negociación ad hoc a los intereses de Estados Unidos, no así de México, ¿a cambio de qué?, por lo menos a nivel de política migratoria y fronteriza, lo que hasta ahora hemos denunciado:

  1. externalización de fronteras (programa frontera sur)
  2. tercer país seguro
  3. violación de derechos humanos de migrantes, refugiados y defensores
  4. ausencia de una política fronteriza y migratoria con enfoque de seguridad humana
  5. insistir en la necesidad de seguridad nacional para combatir el crimen organizado

¿Cómo se pudo haber evitado esto?, logrando la competitividad del país, pero si en 70 años del PRI, más 20 años de la transición, no lo hicimos, será mucho pedir que ahora lo haga AMLO, especialmente porque tiene que pagar muchos favores, no sólo políticos, también económicos, a quienes hicieron posible que llegara a la presidencia. Una presidencia que todavía no toma pero que ya ha dejado ver por dónde llevará al país. Confiemos en que los nuevos billetes nos traigan buenos augurios, especialmente el del axolote.

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