Archivo de la etiqueta: terrorismo

Para entender #TrumpInSaudi leer la #autoinmunidad de #Derrida

Por Roxana Rodríguez

Desde ayer hago el seguimiento mediático de Trump por Medio Oriente, ahora acaba de dar un discurso en Arabia Saudita y se observa un cambio en la postura política que empleó durante la campaña presidencial; ahora va a ayudar a sus aliados musulmanes a atacar el terrorismo, como dice el titular de Haaretz: “Unite Against Terror in ‘Battle Between Good and Evil’.”

Para ello firmó un acuerdo de $110 billones de dólares con el rey de Arabia Saudita para que el ejercito de este país pueda tener un papel más importante en las operaciones militares (venta y compra de armas, básicamente). No pierdan de vista este aspecto, pues es uno de los elementos que forman parte el triple suicidio al que se refiere Derrida cuando deconstruye el 9/11, usando la metáfora de la autoinmunidad (más abajo lo comento). Este mismo acuerdo contempla la creación de un Centro Global para Combatir la Ideología Extremista, que estará localizado en Arabia Saudita.

This landmark agreement includes the announcement of a $110 billion Saudi-funded defense purchase – and we will be sure to help our Saudi friends to get a good deal from our great American defense companies. This agreement will help the Saudi military to take a greater role in security operations.
read more: http://www.haaretz.com/middle-east-news/1.790748

Trump en su discurso le hace el trabajo a Arabia Saudita pues al tener que compartir la influencia en la región con Irán e Irak, lo más sencillo una vez que Irak no se ha podido recuperar desde el 2003, es desmantelar a Irán, principal competidor de los saudíes en temas diversos, especialmente para controlar la región, poniéndolo en la mira internacional como el principal responsable del terrorismo actual:

Until the Iranian regime is willing to be a partner for peace, all nations of conscience must work together to isolate Iran, deny it funding for terrorism, and pray for the day when the Iranian people have the just and righteous government they deserve. read more: http://www.haaretz.com/middle-east-news/1.790748

Evidentemente este mensaje de confrontación contra los “extremistas” de la región (ISIS, Al Qaeda, Hezbollah, Hamas) lleva implícito un mensaje para Bashar al-Assad de recrudecimiento de las fronteras de la securitización en la región, ya se para echar a andar la economía de guerra como para evitar que Irán se erija como una potencia regional y nuclear. Nuevamente el discurso contra el terrorismo internacional se posiciona en la agenda internacional como lo hizo Bush con el 9/11. Por ello, a continuación expongo la metáfora del triple suicido elaborado por Derrida, cualquier parecido con lo que empieza ahora es mera coincidencia:

Deconstruir el terrorismo internacional mediante la analogia de la autoinmunidad

 

Este trabajo de análisis o deconstrucción de lo que Derrida entiende como autoinmunidad lo empleé para explicar el fenómeno de la externalización de fronteras como política exterior de la Unión Europea y de Estados Unidos, aquí expondré solo la parte que corresponde al “major event”: 9/11. El libro donde encuentran este trabajo, titulado Cartografía de las fronteras. Diario de campo, lo pueden bajar de academia.edu o comprar en Amazon.

El proceso autoinmune, de acuerdo a Derrida, se entiende como un “triple suicidio” y se observa cuando un cuerpo se empeña en destruir su propia protección. Para explicar este triple suicidio es pertinente distinguir entre la función de inhibir el sistema inmune para que el cuerpo afectado acepte al “intruso” mediante el empleo de un inmunodepresor (pienso, por ejemplo, en un transplante de corazón), mientras que la autoinmunidad consiste en eliminar las defensas inmunitarias al momento en que el cuerpo se protege contra su propia autoprotección.

Derrida ejemplifica este triple suicidio cuando deconstruye el evento simbólicamente nombrado 9/11 (ataque a las Torres Gemelas, ocurrido el 11 de septiembre de 2001) y analiza las causas que provocaron un “acto de terrorismo internacional” cuyo “verdadero ‘terror’ consistió (y comenzó efectivamente) en exponer, en explotar, en haber expuesto y explotado su imagen por parte del propio objetivo del terror” (Borradori, 2003: 160), así como los efectos que permitieron, entre otras situaciones, desestabilizar la relación de Estados Unidos con ciertos países árabes, especialmente Arabia Saudita.

Más de una década ha pasado desde el 9/11 y durante estos años hemos experimentado diferentes formas de “suicidio”, usando la metáfora derridiana, en las democracias occidentales, como la guerra en Irak, la guerra civil siria, la llegada de miles de refugiados sirios, afganos, iraquíes, a costas europeas, la consolidación del Estado Islámico de Levante (ISIS), organización que reconoce los ataques terroristas de París y Bruselas (de 2015 y 2016), pero también de distintos países en Medio Oriente. En este sentido, si recapitulamos la historia de los siglos XX y XXI principalmente, podremos advertir que estas formas de suicido no son resultado de la casualidad, en todo caso son resultado de lo que Derrida llama el “orden mundial”:

Desde el “fin de la Guerra Fría”, lo que podemos llamar el orden mundial, con su relativa y precaria estabilidad, depende ampliamente de la solidez y confiabilidad, es decir del crédito del poderío norteamericano. Y ello en todo los planos: económico, técnico, militar, mediático, incluso en el de la lógica discursiva, de la axiomática que sostienen mundialmente a la retórica jurídica o diplomática, y por consiguiente el Derecho Internacional, por más que los Estados Unidos lo violen sin dejar de presentarse como sus máximos defensores. (Borradori, 2003: 140)

Para ilustrar el proceso autoinmune del 9/11, Derrida ubica tres momentos que a continuación describiré brevemente para contextualizar mi propia hipótesis. Estos momentos dan lugar al triple suicidio arriba mencionado y consisten en: un doble suicidio simbólico y estratégico (político y económico); el trauma, aludiendo a que lo peor está aún por venir; y la repetición, entendido como el círculo vicioso de la represión.

El primer momento, denominado “1. Primer momento, primera autoinmunidad. Reflejo y reflexión. La Guerra Fría en la cabeza”, consiste en un doble suicidio, uno simbólico y otro estratégico, pues toca dos lugares clave para el corpus estadounidense, por un lado el que representaba el espacio económico, las Torres Gemelas; por el otro, el que representa el espacio estratégico, militar y administrativo, El Pentágono. Las agresiones que sufrieron estos dos lugares emblemáticos fueron producidas desde dentro y es por ello que también aluden a dos suicidios: el de los secuestradores, inmigrantes formados para ello y, paradójicamente, el suicidio de quienes los recibieron, los armaron y los entrenaron (Borradori, 2003: 145).

El siguiente momento, Derrida lo titula “2. Segundo momento, segunda autoinmunidad. Reflejo y reflexión. Peor que la Guerra Fría”, consiste en el “trauma” que produce el futuro, lo que está por venir, donde “el traumatismo es producido por el porvenir, por la amenaza de que lo peor por venir más que por una agresión pasada y ‘terminada’” (Borradori, 2003: 146). En este escenario, que para Derrida es peor que la Guerra Fría, pues la geopolítica ha cambiado, ya no se enfrentan solo dos bandos (Estados Unidos versus la antigua Union Soviética), sino que ahora también participan aquéllos que fueron entrenados para atacar, los que conforman las redes terroristas árabe-musulmanas equipadas y entrenadas durante la Guerra Fría. En este escenario, la “puesta en riesgo por esta aterradora lógica autoinmune es nada menos que la existencia del mundo, de lo mundial mismo” (Borradori, 2003: 147-148).

Respecto al último momento, denominado “3. Tercer momento, tercera autoinmunidad. Reflejo y reflexión. El círculo vicioso de la represión”, Derrida afirma: “Hoy sabemos que la represión […] produce, reproduce, regenera precisamente aquello que trata de desactivar”. En este sentido, aquello que se ha llamado “war on terrorism”, trabaja “para regenerar, a corto plazo, las causas del mal que pretenden exterminar” (Borradori, 2003: 148-149).

Con respecto a estos tres momentos, Derrida anticipa:

Por comodidad y porque así lo exige el análisis, he distinguido tres terrores autoinmunes. Pero en realidad estos tres recursos del terror no se distinguen: se acumulan y se sobredeterminan. Son en el fondo el mismo, en la “realidad” perceptible y sobre todo en el inconsciente, el cual no es la menos real de las realidades. (Borradori, 2003: 147-149).

Como lo mencioné al principio, este triple siucidio se hace presente en el discurso que Tump; es decir, lo simbólico y estratégico, el trauma y la repetición se hacen presentes nuevamente en el ataque a ultranza contra el terrorismo teniendo a Arabia Saudita como principal socio y aliado en la región:

“Por ahora permítame recordar solamente que el  ’11 de septiembre’ es también, en muchos aspectos, un efecto lejano de la Guerra Fría, antes de su ‘fin’, de la época en que los Estados Unidos sostenían a los enemigos de la URSS que ahora se han convertido en los suyos, armándolos y formándolos, por ejemplo en Afganistán, pero no solamente allí” (Borradori, 2003: 140). A diferencia de Afganistán y a pesar de la diferencia en valores políticos, e incluso de los orígenes de Bin Laden, los gobiernos estadounidenses, han mantenido constantes intercambios con Arabia Saudita, por mencionar solo algunos: desde 1933 cuando la Standard Oil of California ganó la concesión para explorar el este de Arabia Saudita y descubrió petróleo en 1938 (Newsteam Staff, 2016); el pacto de seguridad secreto que hicieron el presidente Roosevelt y el rey Abdulaziz en 1945 en el que Arabia Saudita garantizaría a EEUU el acceso al petróleo saudí a cambio de asistencia militar y entrenamiento, en este sentido, se construyó la base militar Dhahran; las actuales relaciones están forjadas en el pacto de Eisenhower y Faisal de 1957, en el que aprueban la cooperación militar ante la creciente amenaza del comunismo y los aliados de Rusia como Egipto (Frontline, 2005); el mantenimiento de vínculos económicos en el mercado de armamento y de petróleo entre estos dos países a pesar de que EEUU retiró todas su tropas en 2003 de Arabia Saudita (a excepción de algún personal de mantenimiento) , y aún más, incluso se ha dado cooperación en inteligencia de seguridad en un frente común antiterrorista (que comenzó a afectar al gobierno saudí desde 2003) (Byman, 2016); el acuerdo reciente de $100 billones de dólares para armamento y demás operaciones de seguridad (que desconocemos). En su momento, Derrida concluía que desde la postura del “atacante”, llámese Bin Laden o “Ben Laden”, como se refiere Derrida, “incluso uno de los objetivos, lateral o central, de las redes de “Ben Laden” es desestabilizar a Arabia Saudita, aliada ambigua de los Estados Unidos, e instalar un nuevo poder estatal en ella” (Borradori, 2003: 152). Ahora la pregunta sigue siendo la misma pero los actores parece que han cambiado: ¿a quien quieren desestabilizar? ¿Unicamente a Irán?

Mañana Trump estará en Jerusalén y Tel Aviv, su discurso contradice lo que los analistas han escrito sobre una posible salida al conflicto con la conformación de dos estados, el israelí y el reconocimiento del palestino, pero nada parece más lejano y absurdo que ello después de lo que acabamos de escuchar, especialmente cuando llama terroristas a Hamas… La seguridad israelí tendrá que demostrar su potencia porque Trump se ha puesta la soga en el cuello. Por cierto dicen que quien le hace los discursos se llama @StephenMillerAl…