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Denunciar, teorizar, o cómo ser escuchados por esta administración

Llevo más de quince años trabajando el fenómeno fronterizo, primero entre México-Estados Unidos (particularmente entre Tijuana y Ciudad Juárez), inicié con análisis comparativo de las literaturas fronterizas, de ahí me seguí a la filosofía de la cultura para plantear modelos de sociedad en comunidades fronterizas.

Participé en incidencia política, lo cual me permitió desarrollar el modelo epistemológico de la frontera, que ahora cuenta con nueve categorías, y los últimos años me he dedicado a visitar otras fronteras (incluyendo la frontera México-Guatemala), para corroborar que mi propuesta ontológica y filosófica de las fronteras funciona y es aplicable a otros continentes; de ahí que haya realizado estudios, observación participante, en las fronteras del espacio Schengen (Unión Europea), Israel-Palestina, Marruecos-Argelia, Marruecos-España, de los que he dado cuenta no solo en los libros, sino también en este espacio.

Durante estos seis meses de la administración de Andrés Manuel López Obrador ha sucedido lo que justamente no esperaba sucediera; es decir, desde la transición de gobierno hubo una cerrazón para escuchar la experiencia de quienes hemos aportado en otras administraciones a la política pública, por parte de quienes ahora se encargan del fenómeno migratorio y la defensa de los derechos humanos de las personas migrantes y solicitantes de refugio, particularmente de Alejandro Encinas y Olga Sáncehz Cordero, secretaria de SEGOB.

Dicha cerrazón se ha convertido en errores constantes de cara a la política migratoria, de la política fronteriza poco o nada se puede decir porque uno de los grandes errores de muchas administraciones ha sido justamente confundir migración con fronteras, un error común incluso entre académicos y activistas; por ello la necesidad de categorizar los fenómenos fronterizos con base en el modelo epistemológico de la frontera.

De estos errores he dado cuenta en este mismo espacio al tiempo que las caravanas migrantes han entrado desde octubre de 2018:

El último error de esta administración es ceder ante la presión de Trump con respecto al aumento de los aranceles a partir del próximo lunes como medida condicionada de no impedir el tránsito de migrantes y solicitantes de refugio. Las supuestas negociaciones en las que ha participado Marcelo Ebrard, secretario de Relaciones Exteriores llaman la atención por carecer de una visión integral del problema, a pesar de que ya existe la redacción del Plan de Desarrollo Integral para Centroamérica que presentó hace algunas semanas en conjunto con la CEPAL.

Esto llama particularmente la atención porque ayer se acordó enviar alrededor de 6 mil integrantes de la Guardia Nacional a la frontera sur de México, específicamente a Tapachula, por donde están entrando las caravanas más numerosas, para impedir que entren las personas migrantes y solicitantes de refugio a territorio nacional en una clara violación a derechos humanos (entre los que se suman, detención de defensores) y obviamente de soberanía (sobre esto existe mucho más que decir a partir de trabajos previos que se vinculan con la concepción de autoinmunidad en la que incurren los gobiernos).

El escenario actual es poco alentador de cara al fenómeno migratorio y fronterizo. Lo que más me preocupa es la falta de claridad no solo del gobierno (que incluso creo es intencional) sino de la sociedad civil y la academia para cerrar filas. Hemos llegado al punto que la denuncia no es suficiente porque no nos estamos escuchando, ni entre nosotros y evidentemente mucho menos el gobierno. Sin duda existen muchos frentes abiertos pero no se puede perder el rumbo de nuestra actividad teorética; es decir, debemos imaginar escenarios posibles y no solo evidenciar los errores de esta administración.

La utopía del “Plan Marshall” para la frontera interregional de la CEPAL en Centroamerica

La semana pasada escribí sobre el Plan Nacional de desarrollo 2019-2024, donde afirmo que la apuesta sin duda iba por el desarrollo del sur, mediante la demarcación de la frontera interregional que abarca Honduras, Guatemala, el Salvador y el sur de México, hasta el Istmo. Un PND enfocado al desarrollo de megaproyectos, como el tren Maya, que permitirán ser un puerto de entrada y salida de mercancía que le haga la competencia al Canal de Panamá, con la firma del Acuerdo Transpacífico.

Diseño y conceptualización de la frontera interregional, Roxana Rodríguez, 2019.

Para lograr este desarrollo se necesitan cubrir varias aristas en diferentes niveles: la corrupción que azota a los gobiernos de la región, incluyendo a México; la inseguridad y el crimen organizado que atraviesa las rutas migratorias hasta la frontera sur de Estados Unido; las causas de la migración centroamericana; la política errática de criminalización, detención, deportación del Instituto Nacional de Migración (INM); la falta de presupuesto de la Comisión Mexicana de Ayuda al Refugiado (COMAR) para contratar y capacitar gente que facilite el trámite de solicitud de asilo-refugio; la política de tercer país seguro en la frontera norte de México; la xenofobia creciente en las comunidades receptoras y de tránsito; la notable intervención de la ONU, mediante la participación de ACNUR y ahora de la CEPAL no solo en el tratamiento de la movilidad humana sino en el desarrollo económico de la región; y, no menos importante, el presupuesto para lograr lo que desde mi perspectiva es la migración cero en apego a la agenda 2030.

Objetivos de la Agenda 2030

Este mismo esquema de migración cero es lo que se propuso la Unión Europea a partir de la mal llamada crisis de refugiados sirios en 2015, una política que consistía en varias estrategias, de las cuales también hemos dado cuenta en este espacio, principalmente dos: externalizar fronteras y tercer país seguro (en apego al reglamento Dublin III). Ambas fracasaron si consideramos el cementerio en el que se ha convertido el Mediterráneo en los últimos años debido a que también se impusieron sanciones a las organizaciones de la sociedad civil que están dedicadas a salvar vidas en medio del mar. Pero si consideramos que en pocos años se logró disminuir la llegada de personas migrantes y solicitantes de refugio a la Unión Europea, podríamos decir que ha sido exitosa debido principalmente a los acuerdos con los países africanos de que se hagan cargo de controlar la migración antes de su salida al mar con tácticas que dejan mucho que desear con respecto a los derechos humanos.

Con este escenario local-global, ayer presentó Alicia Bárcena, junto con Marcelo Ebrard, el documento que la da forma al Plan de Desarrollo Integral El Salvador-Guatemala-Honduras-México, propuesta de la la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Como ya lo he comentado en otros espacios, es una buena intención, pero quedan varias interrogantes por resolver: ¿Porqué #AMLO decidió esta ruta? ¿Es un política velada de intervención en Centroamérica? ¿@ACNURamericas sustituirá a la #COMAR? ¿De dónde vendrá la inversión? ¿Como se elegirá a quienes se puedan quedar en territorio mexicano? O, como en Europa, ¿la “inversión” en fronteras cerradas es la opción para lograr una migración cero apegada a la agenda 2030?

El documento es interesante y multifactorial, sin duda una agenda de política internacional para la región que concluye con 30 recomendaciones en apego a los cuatro objetivos generales del Plan: desarrollo económico, bienestar social, sostenibilidad, gestión integral. Un agenda a largo plazo que además de mucha inversión, en primer lugar necesitaría de un cambio de paradigma en la concepción de la política fiscal, económica, energética, de derechos humanos, educación, innovación y desarrollo. Un manual de buenas intenciones de difícil aplicabilidad en la región dadas las condiciones actuales de ausencia de un estado de derecho; es decir, además del presupuesto, el otro cómo que no es evidente consiste justamente en cómo se va a garantizar la seguridad humana para que se generen todos estos cambios.

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Una posible solución pueda estar dada en la Recomendación 11: “Promover la perspectiva del desarrollo territorial incluyente en las acciones de política pública destinadas al fomento y el fortalecimiento de las capacidades locales, el cierre de brechas, la densificación de la prestación de servicios públicos y la articulación de las dimensiones económica, social y ambiental” (p. 114). Pero para eso también se necesita un estado de derecho que impida los asesinatos de los defensores precisamente del territorio, como ha habido muchos en toda la región. Otra posible solución para que el resto de las recomendaciones se puedan echar a andar está en:

Recomendación 25. Lograr que los Estados se adhieran plenamente a las normas internacionales y garanticen la dignidad de las personas y el cumplimiento de sus derechos, y formular políticas de movilidad humana integrales basadas en datos empíricos y en una perspectiva de gobierno integrado, que se centren en los derechos y la dignidad de las personas y adopten la perspectiva de la seguridad humana en sus diversas dimensiones. (p.127)

Sobre este punto se ha insistido mucho desde la academia y la sociedad civil, incluso se han presentado programas como el Especial de Migración, el sexenio pasado, pero se ha avanzado poco derivado de la criminalización no solo de personas migrantes, también de defensores de derechos humanos, incluso durante el gobierno actual.

Concluyendo, teoréticamente hablando el documento del Plan de Desarrollo Integral para Centroamérica es un excelente referente para echar a andar una política internacional que pudiera por lo menos erradicar las causas de la migración centroamericana en la región (inseguridad, violencia, pobreza, falta de empleo). Los peros: la defensa de la soberanía de los países, el financiamiento, la corrupción, la ausencia de un estado de derecho y la intervención de la ONU en la región.

México país de destino de personas migrantes y refugiadas centroamericanas

La caravana de personas migrantes y en busca de asilo o refugio, proveniente de Honduras, acaba de salir rumbo a México, con la intención de cruzar hacia Estados Unidos. Alrededor de mil 500 personas empiezan a caminar hacia la frontera con Guatemala, primer cruce, para posteriormente llegar al sur de nuestro país. En el tránsito se irán sumando más personas que buscan no solo mejores oportunidades, sino también una vida segura fuera de sus lugares de origen.

La experiencia de la anterior caravana (octubre 2018) permite afirmar que la gente seguirá migrando debido al papel fundamental que tiene México en la geografía contemporánea del fenómeno de movilidad humana, especialmente con el Proyecto de Desarrollo Integral presentado por el gobierno de López Obrador que, entre otras, convoca a una mayor inversión en la región, que se transformará en la base del fortalecimiento de los proyectos estratégicos que tiene en mente el actual presidente, entre ellos el Tren Maya.

Al convertirse México en país de destino, y no en el cuello de botella, como sucedió con la administración anterior, especialmente cuando se implementó el Programa Frontera Sur (2014), la política de exteriorizar fronteras que aplicó la Unión Europea con la mal llamada crisis de refugiados sirios, la situación de la instituciones y especialmente de las organizaciones de la sociedad civil será completamente distinta y ese es el reto que está asumiendo la administración federal y local, de la mano de los acuerdos internacionales firmados como el Pacto global Mundial, que alude a una migración ordena, regulada y segura.

Bajo la apuesta de los tres ejes rectores a los que se ha referido el subsecretario de población y Derechos Humanos de Gobernación, Alejandro Encinas, en diferentes entrevistas, la política migratoria para México se perfila para ser una política de acogida y no de tercer país seguro, como terminó con el sexenio anterior, puesto que la situación con Estados Unidos ha cambiado a raíz de que Trump perdió la mayoría en el congreso después de las elecciones del año pasado y, especialmente, porque los demócratas intentan recuperar el gobierno; para ello deben revertir la política xenófoba y antiimigrante para convocar al voto latino de los estados del sur, particularmente aquéllos donde se ha usado la presión mediática para construir el famoso muro.

Todavía no es posible aventurar que la estrategia del actual gobierno funcione, especialmente porque una política migratoria de este tipo afecta muchos intereses y la respuesta ante la política de acogida de un sector de la población, como ya lo vivimos en Tijuana, será xenófoba. El gobierno actual debe acompañar, y no improvisar, la política migratoria de una adecuada comunicación y capacitación de las personas que conforman las instituciones encargadas de lograr este cambio a nivel federal y local, empezando por el propio Encinas, quien no puede afirmar que “no se permitirá el portazo”, como si estuviéramos hablando de un partido de fútbol, y minimizar la situación de violencia en la que se encuentran miles de personas en Centroamérica.

De igual forma, el gobierno debe cuidar de no confundir un crecimiento regional con una reforma laboral regional, auspiciada por los organizamos internacionales, porque no se puede tratar un problema global de forma global, se debe actuar de manera regional y local, aunque se haya firmado el Pacto Global Mundial. Asimismo, tampoco se deben centralizar las decisiones en unos cuantos, como sucedió con el dichoso puente humanitario durante la anterior caravana. México cuenta con la extensión territorial y la capacidad humana para convertirse en un país de acogida, el reto es enorme y si las organizaciones de la sociedad civil y la academia se quieren sumar, es momento de reinventarse.