Asincrónico: como sabemos, la pandemia de covid que inició en diciembre de 2019 en China fue avanzando de manera asincrónica por el resto del mundo. Se fueron cerrando las fronteras de los países como estrategia de contención del contagio del virus gradualmente y si trazamos una ruta de geolocalización de la enfermedad podremos abstraer el movimiento del confinamiento y su posterior desconfinamiento que no necesariamente fue de sur a norte o de oriente a poniente. Fue una ruta que siguió los grandes capitales, por decirlo metafóricamente.
Desconfinamiento: Como tal es un neologismo del francés (déconfinement) que además, desde mi perspectiva, tiene una concepción ontológica si lo pensamos desde la deconstrucción (en otro momento hablaré de ello). En este sentido, al ser asincrónico, las necesidades de restablecer la economía en los países también ha tomado otros causes. En algunos países, especialmente los europeos, rápido se dieron cuenta que necesitaban la mano de obra migrante para resarcir algunas bajas en sectores como la agricultura y servicios de salud. Como una primera estrategia, como en Italia, España, Portugal, apostaron por una política de regularización migrante que pronto se topó con las inercias de los gobiernos de derecha y se quedó en el tintero.
Limbo administrativo. La no regularización de las personas migrantes en el mundo ha propiciado que las personas se queden en limbo administrativo, sin documentos que prueben su identidad administrativa, situación que las segrega para solicitar apoyo del gobierno en el país en el que se encuentran varados, ya sea porque no pudieron continuar su camino a su destino final o porque no pudieron-quisieron regresar a sus países de origen.
Abandono de las personas migrantes y solicitantes de refugio. Estos grupos vulnerables (por las precariedades históricamente acumuladas) se encuentran con más frecuencia en las zonas de convivencia fronteriza o donde están situados los campos de refugiados que, tanto la Unión Europea, como México y Estados Unidos, fueron instalando desde 2011 (derivado de la guerra civil en Siria) y 2019 (derivado del establecimiento de programas como “Quédate en México”). Esta situación la observamos en Grecia, en Tijuana, en Matamoros, en Líbano, en Libia, en Turquía, y en otros puntos donde las condiciones de higiene son precisamente el caldo de cultivo de la propagación del virus. Una forma de necropolítica a todas luces.
Movilidad en curso. Contrario a lo que he podido apreciar en otras investigaciones, la movilidad humana (la intención de las personas) no ha cedido a la pandemia ni a las fronteras cerradas. Se están trazando otras rutas más costosas y más peligrosas en el mundo. Si bien es cierto que los gobiernos están registrando menos solicitudes de refugio o una disminución en el tránsito de migrantes, eso no indica que la gente no se esté moviendo, simplemente que los gobiernos, como en México, suspendieron actividades por un par de meses. Andrés Ramírez, el encargado de la COMAR, por ejemplo, afirma en su cuenta de twiter el 3 de junio de 2020 que “En el 2019, las mujeres solicitantes de la condición de refugiado en México representaron el 42.53%, del total, récord desde el 2012 en que el peso de las mujeres dentro del total fue creciendo año tras año. Este año, al cierre de Mayo, este porcentaje bajó a 39.45%”.
Características de los flujos migratorios. Siguiendo los datos del propio representante de la COMAR, y a partir de la caravana migrante de alrededor de 100 personas que se encontraba en tránsito por Honduras, podemos ver que disminuye el número de personas proveniente del Triángulo Norte (Guatemala, El Salvador, Honduras) y crece la que viene de Congo, Ghana, Cuba y Haití (véase “Black Migrant Caravan in Honduras Rethinks Path After George Floyd’s Death“). También crece el número de mujeres migrantes y disminuye el número de niños, niñas y adolescentes no acompañados: “En el 2019, los NNA acompañados y no acompañados representaron el 27.22% de los solicitantes de la condición de refugiado en México. Este año al cierre de Mayo este porcentaje bajó al 20.69%” (Cuenta de twiter de Andrés Ramírez, 3 de junio de 2020).
Proyectos macroeconómicos en México. Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, no pudo esperar más y al banderazo de salida de la emergencia sanitaria, con el país en los picos más altos de contagio, decidió inaugurar las obras del Tren Maya, con el pretexto de la emergencia económica en la región: “La pandemia del coronavirus ha llevado a una crisis económica, al desempleo en esta región y en el país. Por eso es muy oportuno iniciar esta obra, aquí en Lázaro Cárdenas, en este primer tramo, alrededor de 260 kilómetros de Izamal a Cancún” (Véase la nota completa del Deutsche Welle). Evidentemente para realizar estas obras (aunado al “Sembrando Vida”, otro de sus proyectos de “reforestación” que hasta ahora ha tenido muy pobres resultados) necesita mano de obra migrante. De ahí que la COMAR haya decidido en últimas fechas reabrir operaciones en la frontera sur de México (sobre este punto ya he dado cuenta en entradas anteriores, véase particularmente a lo que me refiero con frontera interregional).
El sueño americano. Queda pendiente el tema de la migración hacia Estados Unidos, si bien es cierto que las personas migrantes y solicitantes de refugio (especialmente las transcontientales) están pensando en México como país de destino y el gobierno de México está por ofrecer ciertas garantías de poderse quedar en el país por un tiempo determinado; la situación con Estados Unidos es distinta por varios motivos, pero especialmente por las elecciones de noviembre y aunque los escenarios se ven muy complejos en este momento dadas las actuaciones policiales recientes y la respuesta de a sociedad civil en muchos puntos del mundo, también hay que estar pendiente de lo que no quieren nuestros gobiernos que observemos con respecto a las fronteras y a la migración.
La semana pasada escribí sobre el Plan Nacional de desarrollo 2019-2024, donde afirmo que la apuesta sin duda iba por el desarrollo del sur, mediante la demarcación de la frontera interregional que abarca Honduras, Guatemala, el Salvador y el sur de México, hasta el Istmo. Un PND enfocado al desarrollo de megaproyectos, como el tren Maya, que permitirán ser un puerto de entrada y salida de mercancía que le haga la competencia al Canal de Panamá, con la firma del Acuerdo Transpacífico.
Diseño y conceptualización de la frontera interregional, Roxana Rodríguez, 2019.
Para lograr este desarrollo se necesitan cubrir varias aristas en diferentes niveles: la corrupción que azota a los gobiernos de la región, incluyendo a México; la inseguridad y el crimen organizado que atraviesa las rutas migratorias hasta la frontera sur de Estados Unido; las causas de la migración centroamericana; la política errática de criminalización, detención, deportación del Instituto Nacional de Migración (INM); la falta de presupuesto de la Comisión Mexicana de Ayuda al Refugiado (COMAR) para contratar y capacitar gente que facilite el trámite de solicitud de asilo-refugio; la política de tercer país seguro en la frontera norte de México; la xenofobia creciente en las comunidades receptoras y de tránsito; la notable intervención de la ONU, mediante la participación de ACNUR y ahora de la CEPAL no solo en el tratamiento de la movilidad humana sino en el desarrollo económico de la región; y, no menos importante, el presupuesto para lograr lo que desde mi perspectiva es la migración cero en apego a la agenda 2030.
Objetivos de la Agenda 2030
Este mismo esquema de migración cero es lo que se propuso la Unión Europea a partir de la mal llamada crisis de refugiados sirios en 2015, una política que consistía en varias estrategias, de las cuales también hemos dado cuenta en este espacio, principalmente dos: externalizar fronteras y tercer país seguro (en apego al reglamento Dublin III). Ambas fracasaron si consideramos el cementerio en el que se ha convertido el Mediterráneo en los últimos años debido a que también se impusieron sanciones a las organizaciones de la sociedad civil que están dedicadas a salvar vidas en medio del mar. Pero si consideramos que en pocos años se logró disminuir la llegada de personas migrantes y solicitantes de refugio a la Unión Europea, podríamos decir que ha sido exitosa debido principalmente a los acuerdos con los países africanos de que se hagan cargo de controlar la migración antes de su salida al mar con tácticas que dejan mucho que desear con respecto a los derechos humanos.
Con este escenario local-global, ayer presentó Alicia Bárcena, junto con Marcelo Ebrard, el documento que la da forma al Plan de Desarrollo Integral El Salvador-Guatemala-Honduras-México, propuesta de la la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Como ya lo he comentado en otros espacios, es una buena intención, pero quedan varias interrogantes por resolver: ¿Porqué #AMLO decidió esta ruta? ¿Es un política velada de intervención en Centroamérica? ¿@ACNURamericas sustituirá a la #COMAR? ¿De dónde vendrá la inversión? ¿Como se elegirá a quienes se puedan quedar en territorio mexicano? O, como en Europa, ¿la “inversión” en fronteras cerradas es la opción para lograr una migración cero apegada a la agenda 2030?
El documento es interesante y multifactorial, sin duda una agenda de política internacional para la región que concluye con 30 recomendaciones en apego a los cuatro objetivos generales del Plan: desarrollo económico, bienestar social, sostenibilidad, gestión integral. Un agenda a largo plazo que además de mucha inversión, en primer lugar necesitaría de un cambio de paradigma en la concepción de la política fiscal, económica, energética, de derechos humanos, educación, innovación y desarrollo. Un manual de buenas intenciones de difícil aplicabilidad en la región dadas las condiciones actuales de ausencia de un estado de derecho; es decir, además del presupuesto, el otro cómo que no es evidente consiste justamente en cómo se va a garantizar la seguridad humana para que se generen todos estos cambios.
Una posible solución pueda estar dada en la Recomendación 11: “Promover la perspectiva del desarrollo territorial incluyente en las acciones de política pública destinadas al fomento y el fortalecimiento de las capacidades locales, el cierre de brechas, la densificación de la prestación de servicios públicos y la articulación de las dimensiones económica, social y ambiental” (p. 114). Pero para eso también se necesita un estado de derecho que impida los asesinatos de los defensores precisamente del territorio, como ha habido muchos en toda la región. Otra posible solución para que el resto de las recomendaciones se puedan echar a andar está en:
Recomendación 25. Lograr que los Estados se adhieran plenamente a las normas internacionales y garanticen la dignidad de las personas y el cumplimiento de sus derechos, y formular políticas de movilidad humana integrales basadas en datos empíricos y en una perspectiva de gobierno integrado, que se centren en los derechos y la dignidad de las personas y adopten la perspectiva de la seguridad humana en sus diversas dimensiones. (p.127)
Sobre este punto se ha insistido mucho desde la academia y la sociedad civil, incluso se han presentado programas como el Especial de Migración, el sexenio pasado, pero se ha avanzado poco derivado de la criminalización no solo de personas migrantes, también de defensores de derechos humanos, incluso durante el gobierno actual.
Concluyendo, teoréticamente hablando el documento del Plan de Desarrollo Integral para Centroamérica es un excelente referente para echar a andar una política internacional que pudiera por lo menos erradicar las causas de la migración centroamericana en la región (inseguridad, violencia, pobreza, falta de empleo). Los peros: la defensa de la soberanía de los países, el financiamiento, la corrupción, la ausencia de un estado de derecho y la intervención de la ONU en la región.
La caravana de personas migrantes y en busca de asilo o refugio, proveniente de Honduras, acaba de salir rumbo a México, con la intención de cruzar hacia Estados Unidos. Alrededor de mil 500 personas empiezan a caminar hacia la frontera con Guatemala, primer cruce, para posteriormente llegar al sur de nuestro país. En el tránsito se irán sumando más personas que buscan no solo mejores oportunidades, sino también una vida segura fuera de sus lugares de origen.
La experiencia de la anterior caravana (octubre 2018) permite afirmar que la gente seguirá migrando debido al papel fundamental que tiene México en la geografía contemporánea del fenómeno de movilidad humana, especialmente con el Proyecto de Desarrollo Integral presentado por el gobierno de López Obrador que, entre otras, convoca a una mayor inversión en la región, que se transformará en la base del fortalecimiento de los proyectos estratégicos que tiene en mente el actual presidente, entre ellos el Tren Maya.
Al convertirse México en país de destino, y no en el cuello de botella, como sucedió con la administración anterior, especialmente cuando se implementó el Programa Frontera Sur (2014), la política de exteriorizar fronteras que aplicó la Unión Europea con la mal llamada crisis de refugiados sirios, la situación de la instituciones y especialmente de las organizaciones de la sociedad civil será completamente distinta y ese es el reto que está asumiendo la administración federal y local, de la mano de los acuerdos internacionales firmados como el Pacto global Mundial, que alude a una migración ordena, regulada y segura.
Bajo la apuesta de los tres ejes rectores a los que se ha referido el subsecretario de población y Derechos Humanos de Gobernación, Alejandro Encinas, en diferentes entrevistas, la política migratoria para México se perfila para ser una política de acogida y no de tercer país seguro, como terminó con el sexenio anterior, puesto que la situación con Estados Unidos ha cambiado a raíz de que Trump perdió la mayoría en el congreso después de las elecciones del año pasado y, especialmente, porque los demócratas intentan recuperar el gobierno; para ello deben revertir la política xenófoba y antiimigrante para convocar al voto latino de los estados del sur, particularmente aquéllos donde se ha usado la presión mediática para construir el famoso muro.
Todavía no es posible aventurar que la estrategia del actual gobierno funcione, especialmente porque una política migratoria de este tipo afecta muchos intereses y la respuesta ante la política de acogida de un sector de la población, como ya lo vivimos en Tijuana, será xenófoba. El gobierno actual debe acompañar, y no improvisar, la política migratoria de una adecuada comunicación y capacitación de las personas que conforman las instituciones encargadas de lograr este cambio a nivel federal y local, empezando por el propio Encinas, quien no puede afirmar que “no se permitirá el portazo”, como si estuviéramos hablando de un partido de fútbol, y minimizar la situación de violencia en la que se encuentran miles de personas en Centroamérica.
De igual forma, el gobierno debe cuidar de no confundir un crecimiento regional con una reforma laboral regional, auspiciada por los organizamos internacionales, porque no se puede tratar un problema global de forma global, se debe actuar de manera regional y local, aunque se haya firmado el Pacto Global Mundial. Asimismo, tampoco se deben centralizar las decisiones en unos cuantos, como sucedió con el dichoso puente humanitario durante la anterior caravana. México cuenta con la extensión territorial y la capacidad humana para convertirse en un país de acogida, el reto es enorme y si las organizaciones de la sociedad civil y la academia se quieren sumar, es momento de reinventarse.