Hoy asistí a la exposición sobre los refugiados políticos españoles que llegaron a México huyendo de la guerra, del fascismo y de Franco. La muestra data de fotografías, pinturas de arte, videos, grabados, carteles, gastronomía, bordados, textiles y grabaciones de las diversas formas en que los españoles lograron adaptarse a su nueva vida en México después de pasar por un largo camino de angustia, encierro, persecución, hambre y miedo. Encontraron en este país una oportunidad de seguir viviendo y sobre todo de seguir creyendo en los principios fundamentales de la derrocada República Española a través de su vida política, de su vida social y sobre todo desde la educación.
Gracias a las intervenciones de los españoles exiliados en nuestro país, la educación primaria y la medicina se centraron en las humanidades, la filosofía y la ciencia como las ramas fundamentales en el que cada ser humano debe de formarse, desde la infancia, para convertirse en una persona coherente y reflexiva ante la sociedad en la que esta inmerso y por ende del mundo entero. Es así como surgen las primeras escuelas activas en México; El colegio Luis Vives, El Colegio Madrid y la Escuela Bartolome de Cossio, que traían en su formación, toda la cosmovisión de una educación libre y reflexiva que los niños deben de formar en un ambiente de igualdad y respeto.
Por otro lado, la galería se desarrolla desde el inició de la guerra y la forma en que los españoles fueron bombardeados en sus ciudades perdiendo todo hasta su identidad. Todo aquello que conocían había desaparecido. El gobierno por el que habían luchado y ganado democráticamente, se fue diluyendo en un golpe de Estado apoyado por la Alemania Nazi y la Italia Fascista. Los que lograron salir de esa España y llegar a México pasaron de vivir en una ciudad en ruinas a vivir en una ciudad que a penas se estaba construyendo. De edificios bombardeados a edificios en construcción. Era una oportunidad de trabajar en conjunto en la creación de un país que apenas se estaba formando.
Lazaro Cardenas, el presidente de México que estuvo al mando desde 1934 a 1940. Se destacó por promover la reforma agraria, los ejidos y también por la nacionalización de la industria petrolera y sobre todo por haber brindado asilo político a los exiliados españoles durante la guerra civil española. Recorrer las salas viendo las fotos de esas personas que llegaron sin una credencial de identidad, ancianos, niños, jóvenes, mujeres, abuelas y bebes. Todos ellos tan vulnerables y tan frágiles encontraron en este hombre una oportunidad de seguir viviendo dignamente.
Otra sala está dedicada a los niños que llegaron a Morelia, esos pequeños huerfanos de la guerra que nunca supieron de sus padres. Esos niños que crecieron aquí y que nunca entendieron porque sus padres decidieron mandarlos solos a un país tan lejano y tan extraño, el porque decidieron alejarse de ellos. La constante lucha de la vida y la muerte que lleva una madre a hacer todo lo posible para que su hijo siga vivo. Y la constante lucha de un hijo que no comprende las terribles e inhumanas dimensiones de una guerra que le separaron de su familia, de sus raíces y de su identidad.
Por último se ve la forma en que los españoles exiliados lograron adentrarse en la sociedad mexicana y la variedad cultural que lograron desplayar en México desde la poesía, el arte, la música y la moda hasta llegar a la comida, los dulces y los bordados finos, extremadamente hermosos, que sólo se pueden observar hoy en día en los museos, por ser una habilidad en extinción.
Al final del recorrido hay una fotografía del centro de la Ciudad de México hecho de pequeñas fotografías de los exiliados españoles que llegaron a residir aquí. También hay una nube de fotografías en el techo de esa sala con caras de personas ajenas a nosotros, de esos españoles que ya no están vivos pero que me recuerdan la indiferencia ante las guerras que vivimos actualmente. Haciéndome recordar los bombardeos de Gaza, las migración masiva de los exiliados ucranianos o la pequeña bebe llamada Princesa que viajo sola sin ningún familiar, porque sus padres decidieron dejarla ir ante una posibilidad de que siguiera viva en el interior de una pequeña barca junto con una docena de exiliados que salieron de África hacia España.
Esta exposición se encuentra en el museo de la Ciudad de México y seguirá ahí hasta septiembre del 2014.
Por Julia Corona