LAS IZQUIERDAS RELIGIOSAS / Cuadernos Fonterizos

“Sorprende cómo en los inicios del siglo XXI, movimien- tos y organizaciones asumidas como izquierdistas recurran con frecuencia al discurso o al mensaje religioso como uno de sus instrumentos para hacer política y concitar ad- hesiones. Hugo Chávez, el caudillo venezolano venerado casi como un ícono cristiano, fue experto en estas artes. Sus constantes invocaciones a Cristo (“Señor, dame tu co- rona”), la escenografía que lo presentaba hincado y con el rostro compungido ante las imágenes, al mismo tiempo que se peleaba con la jerarquía católica y se declaraba hijo político de Fidel Castro, hicieron de su figura un curioso personaje idolatrado por un amplio sector de las izquierdas —presumiblemente ateas— latinoamericanas y por masas de creyentes en su país. Su heredero, Nicolás Maduro llevó al extremo la manipulación de los símbolos y mentalidades religiosas en el corto tiempo de la campaña electoral: de- claró con desparpajo que Chávez seguramente intercedió ante Cristo para que los cardenales nombraran a un papa latinoamericano; con igual desenfado arguyó que el alma del comandante se le había aparecido en la forma de un pajarito y se retrató al final con un cartel, difundido copio- samente, en el cual se plasmó la imagen de Chávez junto con la del crucificado.

En México, por lo que hace a un amplio espectro de gru- pos y personas colocadas usualmente en la izquierda, no se cantan mal las rancheras. El himno del Movimiento de Renovación Nacional tiene una estrofa en la que se exalta el culto a la virgen de Guadalupe y se le confían luchas y comicios: “…Morena hija, morena hermana, morena madre de la nación, protege la lucha mexicana cuida las urnas de la elección…”. No estamos, con todo esto, muy lejos de aquel lema agitado en 1911 por el entonces recién fundado Parti- do Católico Nacional: “Quien vote aquí vota por Dios”, o de los escapularios llevados fervorosamente por los cristeros en el pecho y que llevaban la leyenda “Detente bala, el Sa- grado Corazón de Jesús está conmigo”.

El asunto es ciertamente bastante complejo, con múlti- ples entradas y salidas. Empecemos por una constatación: la conquista del estado laico y la tolerancia religiosa, con la

consiguiente limitación de las creencias religiosas a la esfe- ra privada del individuo, representaron en su momento un paso gigantesco en los procesos de emancipación. Convie- ne recordar los siglos de represión de las ideas, el oscuran- tismo, las teocracias anteriores a la separación entre estado e iglesia, entre religión y política, para valorar el enorme servicio prestado por las luchas del pasado para sacudirse aquellos pesados fardos.

Pueden explorarse algunos de los justificantes y explica- ciones de esta religiosidad de las izquierdas:

Una primera es la vieja maña de los políticos consistente en manipular las creencias religiosas para escalar el poder y mantenerse allí. Otra explicación estriba en la apología e idealización realizadas por algunos intelectuales de las expresiones de religiosidad popular. Por ejemplo, Enrique Dussel, recuperador de estas matrices religiosas, dice que “El secularismo fue igualmente un instrumento de domina- ción, porque las narrativas religiosas son frecuentemente el núcleo ético-mítico fundamental de las grandes culturas periféricas, post-coloniales.” El panegírico llega al extremo de aceptar la intolerancia hacia otras creencias y el ataque contra quienes las profesan. Por la vía de esta especie de populismo —medio hipócrita y por entero inconsecuen- te— se camina hacia el pasado, manteniendo a los pueblos cautivos de estos “núcleos ético-míticos”, o sea, en la igno- rancia y el fanatismo. Son mercancías viejas ofrecidas en envases nuevos.

Un justificante más, es el combate contra el imperialis- mo. Al comandante Hugo Chávez y al presidente Maduro, deben aceptárseles toda clase de charlatanerías y super- cherías con tal de que combatan al imperio norteameri- cano o al menos lo proclamen. Obra también a favor de esta creciente devoción de las izquierdas el que se conciba como único objetivo de su pensamiento y de su quehacer la lucha política, el objetivo inmediato.

En cualquier caso, el propósito, educativo, desfanatiza- dor, desenajenante parece que ha quedado en el olvido.”

Link: http://sirio.uacj.mx/ICSA/cuadernosfronterizos/Documents/Numeros%20del%202013/Cuadernos%20Fronterizos%2025.pdf

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