LA MONJA QUE SE VOLVIÓ GUERRERA
La Hermana Leticia Gutiérrez lo mismo salva a migrantes de ser quemados vivos que llama a funcionarios de la ONU para pedirles que ayuden al padre Solalinde. Su causa es ayudar a quienes transitan por el país y es lo que ha hecho, aunque a la Iglesia católica a veces no le guste tanto. Es una religiosa tan distinta que hasta se dio el lujo de enamorarse
POR LAURA ALANIS VILLAFUERTE. FOTOS ALMA RODRÍGUEZ AYALA Y EL UNIVERSAL
| DOMINGO, 22 DE SEPTIEMBRE DE 2013 | 00:10
Ese día la gente estaba realmente enardecida. “Querían prenderle fuego a la Casa del Migrante de Tultitlán (Estado de México) y de paso, quemarnos a nosotros”, relata ahora la monja. El sacerdote Hugo Raudel, responsable del albergue, quiso hablar con la turba pero ellos sólo le gritaron que sería su responsabilidad si mataban a todos los migrantes. La religiosa Leticia Gutiérrez recuerda que ese día estuvieron desde las 10 de la mañana hasta las 5 de la tarde haciendo guardia en la calle para evitar que los vecinos entraran y lo quemaran todo.
Ella califica ese 13 de agosto de 2011 como “horas de vida o muerte”. Los vecinos de la colonia Lechería querían quemar el albergue San Juan Diego porque acusaban a los migrantes de afectar a la población de la zona. Los acusaban de dormir en las calles, defecar al aire libre, robar, pedir dinero, drogarse y emborracharse, y faltar el respeto a las mujeres.
Había como 80 migrantes adentro y afuera había un grupo de seis personas haciendo una valla humana, para intentar que no entrara la gente. Ella recuerda perfecto los gritos de varias mujeres que gritaban muy cerca de su oído, mientras intentaban entrar. Uno en especial le turbó: “Estas putas puercas de las migrantes vienen todas violadas, todas abusadas, y creen que nuestros hombres se van a fijar en ellas. ¡Viejas puercas!”.
Fueron varias horas en que aguantaron amenazas e insultos sin contestar nada. Los defensores de migrantes habían pactado no responder a ningún tipo de provocación. Siete horas más tarde los inconformes se retiraron de forma inexplicable.
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En enero de este año la religiosa Leticia Gutiérrez concluyó su gestión como Secretaria Ejecutiva (directora general) de la Dimensión Pastoral de la Movilidad Humana. Dirigió durante seis años el órgano religioso dedicado a la protección y resguardo de migrantes en México. El desempeño de esta organización podría ser calificado como modesto de no ser porque desde hace 19 años este cuerpo de monjas y sacerdotes es el principal asesor en temas migratorios de la Conferencia Episcopal Mexicana (CEM).
Sonríe cuando recuerda su precipitada llegada al cargo en 2007, apenas unos meses después de concluir en Roma, Italia, su segunda carrera: Filosofía Social con especialidad en Movilidad Humana. La madre superiora de su congregación le llamó por teléfono para informarle que había sido designada como la nueva titular en México de la Dimensión Pastoral. “Era mi primera experiencia en un tema de dirección y de trabajo directo con obispos”, dice. Reconoce que se sentía preocupada y nerviosa, dado que su trabajo pastoral siempre había sido en el campo, con la gente, con los migrantes.
No tenía ni una semana de haber llegado al puesto cuando ya tenía bajo su total responsabilidad un encuentro binacional entre autoridades eclesiásticas de Estados Unidos y México. Apenas concluyó y ya tenía un foro en la Cámara de Diputados donde ella sería la principal interlocutora entre legisladores y agentes de la pastoral. “No sabía nadar en esas aguas, en esos ambientes. No tenía experiencia de hablar con políticos ni obispos, o diplomáticos o autoridades. Nunca imaginé que iba a tener de frente a un diputado, a un senador, escuchándome y compartiendo con ellos la situación de la población migrante y buscando políticas públicas acordes a la realidad”.
Por esa época inició un recorrido por todo el país para observar de cerca la situación de los migrantes. Comenzó a escuchar sobre la tragedia de cada día: el secuestro de migrantes. Los mismos relatos de horror se repetían una y otra vez en distintos albergues.
Pero no todo fue malo, precisa. A la par de las desgarradoras historias, también conoció a “verdaderos guerreros”: los sacerdotes Alejandro Solalinde, Pedro Pantoja, Fray Tomás González y el obispo Raúl Vera, agentes de la pastoral con quienes decidió apoyar a los migrantes ante la suerte que corren a diario: extorsión, discriminación, secuestro, xenofobia, violencia sexual, golpes, tortura. Y muerte.
En su administración como Secretaria Ejecutiva, entre 2007 y 2013, ella y el Arzobispo Rafael Romo Muñoz mandaron edificar 66 casas de migrantes. Antes sólo había 30.
El aumento de la violencia en los pasos migratorios provocó que la Hermana Leticia, junto con sacerdotes de la Dimensión Pastoral, comenzaran a denunciar los abusos públicamente. Sin embargo, la respuesta de las autoridades de la administración del entonces presidente Felipe Calderón, recuerda, era “desmentirnos, desmentirnos y desmentirnos”.
—¿Alguna vez te reuniste con alguno de los secretarios de Gobernación que tuvo Felipe Calderón?
— Sí, con los cinco que tuvo Calderón.
—¿A quién de los secretarios de Gobernación lo sentiste más sensible al tema migratorio?
—El que entendió un poco más fue (Francisco) Blake, lástima que se murió. Pero él, por ser originario de una frontera, entendía un poco más sobre la realidad migratoria. Con esto no quiero decir que cambiaron las cosas. No quiero decir que tuvimos más apertura, simplemente él escuchó y pudo mover algo, sobre todo con el tema de la Ley Migratoria. Insisto, no significa que hubiera muchos cambios.
—¿Y quién fue el más reacio a temas migratorios?
—(Alejandro) Poiré. Su postura era más de ‘éstos vienen a reclamarnos’. Igual Cecilia Romero (entonces titular del Instituto Nacional de Migración). Igual Gustavo Mohar (entonces Subsecretario de Asuntos Migratorios de Gobernación), ellos nos tenían en el concepto de “adversarios del Gobierno”. Pero nosotros no éramos los enemigos, por el contrario: estábamos ahí porque creíamos necesario que ellos entendieran lo que nosotros hablábamos y lo tradujeran en acciones y políticas públicas para atender un problema que estaba más allá de una acción represiva, como ellos querían atender el tema migratorio.
La Hermana ha exigido a las autoridades del país una solución al tema de los secuestros y desapariciones de migrantes. Incluso ha enviado cartas al Vaticano para pedirle al Papa que intervenga en esta situación.
Luego de que la CEM decidiera de tajo dar por concluida la gestión de Leticia Gutiérrez al frente de la Dimensión Pastoral de la Movilidad Humana, la religiosa fundó Scalabrinianas: Misión para Migrantes y Refugiados, una organización que se dedica a acompañar y proteger a miles de migrantes dentro y fuera del territorio mexicano.
Desde ahí sigue sumando acciones en pro de la lucha de los “guerreros” que intentan crear una mejor vida para los migrantes.
Texto completo en: http://www.domingoeluniversal.mx/historias/detalle/La+monja+que+se+volvió+guerrera-1809