Acérquense a este proyecto de difundir la cultura de la frontera norte y dejense llevar por los recovecos de quien la mira desde esa otra esquina:
VINE A TIJUANA PORQUE ME DIJERON
Vine a Tijuana porque me dijeron que acá “me encontraría”. Eso sucedió un nueve de febrero de 2001 y eso respondo -cada vez- a la ya tradicional pregunta en algunas de sus variantes: ¿Por qué viniste a Tijuana? o ¿Por qué te fuiste a Tijuana? Si bien, la respuesta parafraseando la línea de Juan Rulfo me ayuda en el momento a resolver, la reflexión continúa en proceso luego de doce años de llegar a vivir “mis fronteras”. Conocer, indagar, buscar, respirar, hablar, habitar esta ciudad, es aún una combinación desproporcionada entre incredulidad, belleza y asombro. Digamos que implica incluso una dosis de electricidad y siempre, siempre: el movimiento.
Todas las ciudades se transforman, cambian, permutan. Quizá la diferencia particular en las ciudades de la frontera norte de México en cuanto a la forma de la experiencia vital, posiblemente responde a la velocidad con la que estos cambios pueden observarse. La velocidad en sus procesos de identidad/es. La velocidad en las dinámicas de un contexto social en el cual problemáticas altamente conflictivas: hacinamientos urbanos, feminicidios, tráfico de drogas, violencia, problemas migratorios, prostitución, maquiladoras, muerte, comunidades indígenas desplazadas o en vías de extinción, van de la mano a un escenario donde es fácil observar el nacimiento y desarrollo de una cultura intensa, energética y rica en sus diferentes manifestaciones: literaria, musical, cinematográfica, performática, gráfica, dancística, gastronómica y tecnológica.
Es preciso entonces hacerse preguntas específicas, por ejemplo: ¿Cómo entender y explorar la producción cultural en un contexto de esta naturaleza? ¿Cuáles voces, textos, artefactos culturales se deben analizar, reflexionar, cuestionar? ¿Cómo se puede intervenir críticamente en las formas de conocimiento y construcción del mismo? ¿ Cuál es la frontera entre un contexto social y el arte? ¿Existe esa frontera? y en caso de que exista, ¿Cuáles son sus límites? ¿Cómo abordar el borde y sus formas creativas? Analizar los diversos campos para entender el punto de convergencia -o no- hace del discurso, en este sentido, un medio para entender la cultura transfronteriza, la cultura en la frontera norte de México y todas sus posibles variantes, ensamblajes, modificaciones. Un nuevo entorno que se desarrolla en un espacio y tiempo, en un particular sitio crítico distinto.
Considero importante mencionar a Clifford Geertz (1994:133), y lo que dice acerca de la cultura: “La capacidad, tan variable entre pueblos como individuos, para percibir el significado de las pinturas (o de poemas, melodías, edificios, cerámicas, dramas y estatuas) es, como todas las restantes capacidades humanas, un producto de la experiencia colectiva que la trasciende ampliamente, y donde lo verdaderamente extraño sería concebirla como si fuese previa a esa experiencia. A partir de la participación en el sistema general de las formas simbólicas que llamamos cultura es posible la participación en el sistema particular que llamamos arte, el cual no es de hecho sino un sector de ésta.”
De esta manera, desde este sitio, en este blog, voy a comentar y compartir algunas de mis observaciones y puntos de vista sobre las formas de producción cultural y sus participantes, en esta zona izquierda norte. Y desde esta esquina también comentaré los ecos-engranajes de otras latitudes cercanas no menos interesantes y activas. Bienvenidas pues personas lectoras, the show must go on.
Texto completo en:
http://www.tierraadentro.conaculta.gob.mx/category/blogs/amaranta-caballero/